A Javier Musrri (20) es imposible no asociarlo con su padre. En La Serena, el joven futbolista, hijo del histórico capitán de Universidad de Chile, Luis, comienza a escribir su propia historia. De defensor central, una posición diferente a la que jugaba su padre, quien se desenvolvía como volante de corte, la joven promesa del elenco de la Cuarta Región busca dar sus primeros pasos. Ha ido a la banca, ayer por segunda vez, pero aún no ha tenido la oportunidad de sumar minutos. Los espera con mucha ansiedad.
Javier tiene una corta pero llamativa carrera. Es uno de los pocos futbolistas que podrá contar que celebró en un repleto estadio Nacional cuando tenía apenas seis años. En la despedida de su padre, Musrri hijo anotó y desató la locura de los casi 40 mil hinchas que llegaron al estadio a despedir a uno de los jugadores más queridos por la institución azul: "Ahí me sentí bueno. Es imposible olvidar ese día", dice, entre risas. "De ese partido me acuerdo bastante. Estábamos en la banca, y cuando me puse a calentar, Mauricio Aros me agarraba para el leseo. Me acuerdo que el Tomate (Roberto Rojas) le dio un pase a mi papá para que le metiera el gol, y así todo se lo atajó", rememora. "Ahí anoté mi primer gol. Agarré la pelota y sentía que me pasaba a todo el mundo. Me sentía una figura. Ahora veo los videos y me doy cuenta que se corrían, que me dejaban pasar".
Las comparaciones con su padre son inevitables. Pero no le parecen odiosas. Eso sí, no escucha los comentarios cuando vienen con mala intención. "No, no me molesta que nos comparen. Siento que es algo lógico. El tema es más conmigo porque intento competir con mi papá que tuvo una carrera muy difícil de igualar. Mi papá destacó a nivel nacional, también jugó un Mundial. Sé que con trabajo se puede alcanzar, con perseverancia. Pero lo haré como Javier Musrri, no como el hijo de Musrri", comenta. Los hinchas rivales, sin embargo, han intentado utilizar ese recurso para sacarlos de sus casillas. "En un clásico ante Coquimbo, cuando fui a buscar la pelota cerca de la barra visitante, escuché que me gritaron 'apitutado'. No pesqué. Oídos sordos a ese tipo de comentarios".
Pese a los comentarios que buscan desestabilizarlo, no tiene problemas al momento de comparar sus habilidades técnicas con las de su progenitor: "De entrada, te digo que pego menos patadas que mi papá. Soy un central rápido con un juego aéreo respetable. Tengo buena ubicación. Soy más técnico, creo yo" revela. El gran capitán, como lo conocen en el Centro Deportivo Azul, se encarga de aconsejarlo a diario: "Me dice que tengo que estar tranquilo, que no debo desesperarme por debutar. Me debo enfocar siempre en seguir mejorando. Siempre con personalidad".
Pero en su cabeza no sólo da vueltas el fútbol. Para poder dedicarse a la disciplina que tanto ama, su padre le exigió estudiar una carrera universitaria. Hoy, Javier cursa primer año de técnico de Administración en la Universidad Santo Tomás: "Igual yo quería estudiar, pero mi papá y mi mamá me lo pusieron condición para jugar fútbol. De alguna manera me obligaron a estudiar, pero se los agradezco. La vida del futbolista da para hacer dos cosas. Yo estudio en la noche. Uno puede hacerlo, el que dice que no alcanza el tiempo es porque es flojo", asegura. "¿Por qué estudio? Uno tiene que tener un respaldo en la vida. No todos los futbolistas son técnicos después. Es cosa de ver la cantidad de técnicos chilenos que andan dando vuelta sin trabajo. Yo ahora estoy estudiando con Richard Catrileo, quien llegó a ser titular en Cobreloa y hoy está sin club. El fútbol es muy cambiante y no te asegura nada. No todos son Alexis o Vidal, que después pueden asegurar su futuro y el de sus familias. Además, estoy becado en la universidad. Mi papá es el más contento con ese punto", cierra.
En la Cuarta Región, entre pelotas y libros de administración, Javier Musrri comienza a delinear su vida. Sus metas están claras. Quiero ser un profesional. En lo deportivo, sueña con algún día tener la posibilidad de defender a Universidad de Chile. "Estoy identificado con la U, soy hincha fanático del club. Voy cuando puedo a ver los partidos a la barra del club. Mi sueño es jugar en ese club. Imagínate con esa tremenda hinchada alentándote", revela. "Quizás, ese cariño se comenzó a formar con el amor que mi padre tiene por esos colores. No te puedo negar que es súper emocionante ir con él en la calle y ver cómo le piden fotos, y autógrafos. Yo crecí viviendo como un hincha más de ese club", cierra.