Nicolás Burgos (20) es sinónimo de perseverancia y trabajo. Oriundo de Maipú, en agosto escaló al puesto 151° del ranking de la Federación Internacional de Tenis de Mesa. En una íntima conversación con El Deportivo, el jugador revela no cree que pueda alcanzar el top 100 este año.
A los 13 años partió a Alemania. Pese a su corta edad, se fue a vivir solo para escalar en un deporte que, según expresa, no le llamaba la atención en un inicio. También recuerda a su padre, fallecido hace algún tiempo. “Yo empecé porque la familia de mi papá jugaba a nivel amateur. Tenían una mesa en la casa y ahí practicaba, pero no me interesaba mucho. Después entré a un taller. Tampoco me gustó y me salí, pero al tiempo decidí darle otra oportunidad. Así arranca mi carrera”, parte diciendo.
Entonces el tenis de mesa lo trae en la sangre...
Hace más de 25 años se hacían torneos de empresas y mi abuela competía allí. Ella le traspasó el deporte a mi papá y a mis tíos, y ellos a mí.
¿Por qué no le gustaba al principio?
No me llamaba la atención, pero se me daba bien. Tenía el talento, sin embargo, no me entretenía mucho, porque no sentía dificultad. Por eso partí a otro deporte.
¿Qué deporte?
Practiqué tenis. Estuve poco más de medio año. Tenía ocho para nueve.
Después vuelve al tenis de mesa, ¿en qué minuto se da cuenta que era lo suyo?
Nunca me dije a mi mismo “oh, soy bueno”, solo me puse a entrenar. Ahí conocí la verdadera la dificultad, porque a nivel competitivo era el más malo. Todos eran súper buenos. Eso me motivó a mejorar. Quise ser el mejor de ese lugar. Así lo hago en cada lugar al que voy. Siempre me motiva ser el mejor de donde estoy entrenando.
¿Lo ha logrado?
En los inicios era a menor escala, pero uno siempre busca elevar el nivel, para ser competitivo.
¿Cuáles son sus objetivos en este deporte?
Más importante que todos los resultados que quiero conseguir, que busco sean los mejores de la historia para Chile, es ser una persona que pueda traspasar conocimiento y herramientas para jugadores del futuro. Eso me gustaría. Es lo que intento con mis compañeros. Mi idea es ayudar.
El tenis de mesa es una disciplina poco practicada en Chile, ¿Cómo podría cambiar aquello?
Una de las cosas más importantes, y es algo que parte desde las categorías menores, es la masificación. Hay que tomar a niños que les interese y explicarles bien de que se trata esto. Mucha gente lo ve como algo de principiantes. Piensan que aunque uno entrene no va a recibir nada de vuelta en el futuro, pero no es así. El deporte entrega oportunidades de estudios y de vida. En ocasiones se logra apoyo económico. Creo que se puede vender mejor el tenis de mesa, la gente se entusiasmaría. A los niños les gusta mucho, pero a los padres no, al considerarlo un deporte poco llamativo.
¿Parte de la masificación sería buscar talentos en regiones?
Evidentemente. La masificación va de la mano con llevarlo a todo Chile, desde el norte hasta el sur. Se puede viajar a distintos lugares para realizar exhibiciones.
¿Por qué un deporte con logros importantes no tiene más resonancia?
Mi conclusión es que es difícil de comprender. La gente entiende pimpón, pero no tenis de mesa. No es simple. Hay cosas, como los efectos y las pelotas, que complejizan. No se ve con los mismos ojos cuando se está dentro. La gente cree que jugamos solamente con la mano, que no nos movemos, pero es porque ellos no lo han sentido. No es fácil de explicar.
¿Cómo se podría llegar a más gente?
Cuando se dan exhibiciones debe explicarse bien la dificultad. Alguien debe enseñar que es distinto jugar con paletas de supermercado y profesionales. Están los efectos, los cálculos. No solamente mostrar algo para que la gente se sienta atraída en el momento y luego no le quede nada.
En lo personal, han sido tiempos de ensueño, ganando los Juegos Panamericanos Junior y luego el Sudamericano de Tenis de Mesa...
Tuve una lesión que me dejó fuera por más de la mitad del año pasado. Entonces volver así me pone feliz y orgulloso. Fue un proceso difícil. Me pude recuperar y ya pienso en los torneos que vienen: el Mundial en China, los Juegos Odesur, el Panamericano especifico y, lo principal, prepararse para Santiago 2023.
¿Cómo se dejan atrás los malos momentos para volver a ponerse en ritmo de competencia?
La parte psicológica en el alto rendimiento es el 90 por ciento. Con perseverancia y resiliencia se sale adelante. Me levantaba en las mañanas, iba al kinesiólogo y hacía los ejercicios. Así todos los días, por varios meses. Eso me mantuvo. Hice lo que debía y un día me di cuenta que la lesión ya no estaba. Ahí volví a jugar como antes. Mejor que antes.
Usted lleva casi una década en Europa, ¿eso marca la diferencia?
El nivel de entrenamientos es muy diferente. Allá el tenis de mesa está más avanzado que acá. Además están las mejores ligas, como la alemana, la francesa. Uno juega partidos difíciles todas las semanas y se mantiene una competitividad siempre. Te ayuda a subir el nivel. Se debe ser más rápido y hay que estar siempre concentrado, porque si uno baja los brazos un poco o se pone flojo, te pasan.
Hablando de la disciplina, ¿estamos muy lejos del mundo asiático?
China adoptó el tenis de mesa como deporte nacional. Con eso, teniendo tanta población, siendo tan metodológicos y consistentes, además de ser fuertes psicológicamente, marcan bastante la diferencia.
¿En que se diferencian del resto?
Ellos son distintos por su toma de decisiones en los momentos peleados. Son muy inteligentes, por ejemplo, cuando un partido está 9-9. Tienen la valentía de hacer algo difícil. En esos puntos, lo más importante es el saque y la recepción.
¿Hay que arriesgarse para ganar?
Hay que saber cuándo y cuándo no. Esos momentos se deben controlar.
¿Cuáles son sus virtudes dentro del tenis de mesa?
En el último tiempo he mejorado bastante mi golpe de derecha. Antes era un gran problema. También estoy más seguro con mi movimiento de piernas. Me ayudaron demasiado los últimos torneos. Esas son mis fortalezas hoy. También la toma de decisiones. En momentos claves, he estado super seguro de lo que tengo que hacer y de las tácticas. Eso ayuda.
¿Qué objetivos tiene en mente ahora?
No hay que pensar tanto que en tres años más están los Juegos Olímpicos, ni nada de eso. Lo mejor ir torneo a torneo, mes a mes, día a día, semana a semana, entrenando. Mejorar en las cosas que se falla. Tener claro lo malo y lo positivo.
Pero imagino que los Juegos Olímpicos son una meta.
Obvio. Es un sueño llegar. Yo me tengo la confianza. Puedo llegar, pero voy torneo a torneo dando lo mejor de mi. Ojalá cuando sea el momento, clasifique.
Hoy figura 153° en el ranking de la ITTF, ¿se ve llegando al top 100 este año?
No creo. De acá a fin de año no voy a jugar muchos torneos que dan puntos. Por ejemplo, el Mundial es por equipos, creo que los Odesur tampoco otorgan. No me dan las fechas para jugar ligas. Los torneos por puntos me chocan con los otros. Entonces veo complicado lograrlo este año, pero el próximo voy a organizar mejor mis competencias, para que no se mezclen, subir al top 100 y más arriba.
Se tiene confianza.
Mucho más que top 100.
Usted partió a Alemania a los 13 años, ¿Cómo vivió ese proceso?
Era difícil hacer todo uno mismo siendo niño. Lavarte la ropa, cocinarte. Fue complicado al principio.
¿Qué pensaba el Nicolás Burgos de 13 años al irse casa?
Solo en jugar y mejorar. Veía a los que entrenaban conmigo y me decía “ojalá ser como ellos”. Mejorar era mi iniciativa. No pensaba nada más. Hasta que con el tiempo asimilé todo. No es normal irse tan chico.
En este tipo de historias el soporte es fundamental.
El apoyo de mi familia ha sido total. Siempre. En todas mis decisiones desde que las tomo yo. Antes tomaban las mejores decisiones por mi. Fueron súper objetivos con todo. Mi viejo era fanático del tenis de mesa y siempre quería lo mejor para mí. En lo que sumara, me apoyaba.
Cuando habla de las decisiones que tomaban por usted, ¿a qué se refiere?
El enviarme a Alemania chico, dejarme ir.
Mencionó a su padre, ¿un elemento fundamental en su carrera?
Era mi fanático número uno. Fue la persona que desde el primer día, desde la primera semana, me dijo que yo era bueno y que iba a ganar torneos. Ahora lograrlo es espectacular. Siempre me daba toda la confianza.
Retomando la dificultad del tenis de mesa, ¿Cómo ha logrado ir aprendiendo usted?
He tenido la suerte de tener varios entrenadores y todos me han ayudado en algo. Me han enseñado diferentes cosas. Cada uno me deja algo que me permite sacar mis propias conclusiones.
¿Se ve reflejado en algún deportista?
A mi me interesa mucho el tema de la mentalidad. Hay que ser estricto. Pienso en leyendas. Michael Jordan, por ejemplo. Me gusta mucho ver sus entrevistas.
¿Sigue algún otro deporte?
Me gusta mucho el pádel. Está empezando bien fuerte en Chile y en el mundo ya golpeó hace tiempo. Me interesa y es entretenido. Además no es fácil. Es bastante complicado.