Nicolás Jarry (25º ATP) necesitaba sumar sensaciones en cemento. Solo en el ATP de Los Cabos había logrado jugar partidos consecutivos, ya que en Toronto cayó en el debut y en Cincinnati se retiró para volver a Santiago al nacimiento de su segundo hijo tras ganar en el estreno. Por eso, la primera ronda del Abierto de Estados Unidos ante el francés Luca van Assche (64º) asomaba como una posibilidad para empezar a ganar confianza en esta superficie.
Por cierto, el europeo de 19 años no aparecía como un rival sencillo. Su explosión en el ranking refleja la buena temporada que ha tenido, aunque mayoritariamente en canchas lentas. Eso sí, la irregularidad quedó retratada en el marcador, donde el tenista nacional se impuso en tres horas y 34 minutos, por 6-3, 3-6, 6-2 y 7-6(2), y así lograr por segunda vez el paso a la siguiente ronda tras cinco años.
Como de costumbre, el servicio fue su aliado más fiel para la mejor raqueta nacional. Dos aces consecutivos en el primer juego fueron una muestra precisa de cómo se desarrollaría posteriormente el duelo. Luego, en el quinto juego, el mismo recurso le sirvió para sacarse dos puntos de quiebre y suplir algunos errores no forzados. A lo largo del compromiso, los números serían elocuentes: 29 aces y 78% de puntos con el primer servicio.
Si bien esa turbulencia, mientras buscaba encontrar su ritmo, lo complicó, en el siguiente juego mostró toda su solidez para romperle el saque a su rival en la primera oportunidad que tuvo. Después, con otro ace, cerró con gran categoría el primer set, mientras Nicolás Massú aplaudía en las tribunas.
Aciertos y dudas
El joven francés, sin la potencia de Nico pero con buenos tiros y buena muñeca, intentó aguantar el ritmo y poner la bola en juego. Y, por momentos, lo consiguió, ya que el pupilo de Juan Ozón no se vio cómodo y falló en varias ocasiones, lo que le dio al galo el ansiado quiebre en el sexto game del segundo parcial. De ahí en más, solo mantuvo el servicio para emparejar el encuentro a un set por lado.
El traspié no hizo mella en Jarry. Ajustó sus golpes, mantuvo la concentración y sobre todo la intensidad, lo que marcó una diferencia con su adversario, que tampoco pudo aprovechar las dos oportunidades de break que tuvo. Una ruptura en el sexto juego y otra en el octavo le fueron suficientes al nieto de Jaime Fillol para sellar el capítulo a su favor.
Sin embargo, cuando se pensaba que el principal crédito del país iba a cerrar con tranquilidad el encuentro, reaparecieron las dudas de la segunda manga. En el tercer juego, cometió sucesivos errores no forzados que le dieron el quiebre a Van Assche.
La reacción
En los siguientes dos turnos de saque del francés, Nico dejó ir tres oportunidades de rompimiento, pero al menos fue una señal de que estaba en el partido y de que no se iba a dar por vencido tan fácilmente. El décimo juego fue el mejor ejemplo de esa premisa: el europeo tuvo un punto de set con su saque, pero el chileno logró salir adelante y en la quinta chance de quiebre logró recuperar la ruptura e igualar el set.
Todo se definió en el desempate, donde el capitalino puso por delante toda su jerarquía, yendo a buscar las líneas con su derecha bien calibrada. Jugó un impecable tie break y cerró una esforzada victoria, que le dio por primera vez en su carrera la posibilidad de ganar al menos un partido en todos los grand slams de un mismo año.
Por el paso a una inédita tercera ronda, el chileno se enfrentará el jueves contra el juvenil estadounidense Alex Michelsen (127º), quien superó por 6-4, 6-3 y 6-4 al español Albert Ramos Viñolas (88º), en un sector del cuadro donde aparece el número tres del mundo Daniil Medvedev, en un hipotético encuentro de octavos de final.