No hay duda de que Nicolás Jarry (35º) está en un momento estelar de su carrera. Con mucho aplomo sacó adelante un duro desafío en la segunda ronda de Roland Garros frente al estadounidense Tommy Paul (17º) y así firmar su mejor actuación en un Grand Slam. No fue un partido fácil, pero el número uno del país logró superar un mal comienza para desplegar lo mejor de su repertorio en la arcilla parisina e imponerse por 3-6, 6-1, 6-4 y 7-5, en tres horas y tres minutos.
El primer set mostró al chileno como hace mucho no se le veía. Con bastantes errores no forzados y con poca efectividad en sus servicios. De hecho, apenas ganó el 20% de los puntos con su saque. El norteamericano le quebró en el cuarto juego, Nico recuperó la ruptura en el siguiente, pero volvió a ceder en el sexto. Así no fue extraño que se inclinara en la primera manga ante un rival que buscó alargar los puntos lo más posible para provocar la falla del nacional.
Pero ese sombrío panorama comenzó a revertirse en el siguiente capítulo. La filosofía de empatizar con el error para luego darse una nueva oportunidad que pregona Juan Ozón, su coach, dio resultado. La derecha volvió a estar afinada y el entrenador español se lo hacía saber desde su box en cada momento. Aguantó los embates en el primer juego y logró un quiebre en el segundo game, lo que le mostró el camino ante Paul, que a su vez comenzó a ceder. Luego, un espectacular punto, donde ambos se movieron de lado a lado y el capitalino se lució con su muñeca, se produjo un nuevo break que terminó de sentenciar la manga.
El desequilibrio
La tercera manga fue una de las más emocionantes y fue otra prueba de la solidez mental de Jarry. Si bien no estuvo tan inspirado como en la anterior, logró sobreponerse a situaciones bastante adversas. Salió vivo de un 15-40 en el sexto juego, para luego transferirle toda la presión al norteamericano y obligarlo a fallar con su revés para lograr el ansiado quiebre. Aquellos juegos fueron claves para comenzar a enfilar el rumbo hacia la victoria definitiva. Con la ventaja de dos sets a uno, solo faltaba darle un último empujoncito.
“Desde el principio”, se oía desde el borde de la cancha. La instrucción para el cuarto set era clara: ir a buscar el quiebre desde el comienzo para empezar a definir el paso a la tercera ronda. Paul, en tanto, se daba cuenta que su estrategia y no estaba siendo eficiente y el control de los puntos a esa altura pasaba mucho más por Nico que por él. De todos modos, batalló.
La tónica del cuarto set tuvo muchos ingredientes del anterior. Otra vez el pupilo de Juan Ozón debió salvar un 15-40 en el sexto juego y de otro punto de quiebre en el octavo. Y lo hizo con muchísima jerarquía, jugando a la perfección esos puntos donde estuvo bajo presión. Como sucedió anteriormente y como es muy común en el tenis, el salir de esa adversidad le dio un espaldarazo importante.
Todo se definió en el undécimo juego. El estadounidense enganchó dos pelotas consecutivas y quedó 15-40. Nico no perdonó y aprovechó la oportunidad para lograr un quiebre clave, para luego cerrar el partido con su servicio.
Por el paso a los octavos de final, Jarry se medirá con el estadounidense Marcos Girón (75º), quien no tuvo problemas para dejar en el camino al checo Jiri Lehecka (41º), por 6-2, 6-3 y 6-2. Una victoria del chileno lo dejará dentro de los 30 mejores del planeta, consolidando un año inolvidable.