Nicolás Núñez se escucha tranquilo y agradecido. El mal inicio de Magallanes en su retorno a la Primera División del fútbol chileno provocó su salida de la banca. El exjugador de la UC, Huachipato y los albicelestes prefiere mirar el vaso lleno: logró reinstalar al club en la categoría principal y consiguió ganar la Copa Chile y la Supercopa de este año. Su salida, enfatiza, se produjo en términos amistosos: “Algo que por la relación y la confianza que tengo con Cristián (Ogalde, el presidente de Magallanes) fue conversado. Diagnosticamos algo similar. Les dije que podía ser una solución el cambio de entrenador, mi salida. Habíamos intentado todo”.
¿Sintió que se estaba perdiendo la confianza?
No. Para nada. Obviamente, uno nota la preocupación, por el conocimiento que tengo de Cristián, pero siempre me manifestó que el diagnóstico que realizamos al comienzo de la temporada pudo haber sido el error. Apostar sin modificar mucho no iba a alcanzar. Quizás pudimos haber renovado y buscado otras alternativas, lo que requería más inversión y quizás había que hacerla. Fue en conjunto. La elección de jugadores es mía, pero habían un presupuesto y una mirada de crecimiento del club, que hacían tener un nivel de presupuesto más acotado.
El club fue muy elogioso en su despedida, ¿vale de algo?
Primero, esas palabras las recibí directamente, más que por las redes sociales. Y lo agradezco. Hay un vínculo. Lo viví en la despedida de los jugadores. Fue algo atípico. Uno se va en medio de una crisis y el adiós fue emotivo. Era feliz ahí. Los jugadores nos dedicaron palabras, decían que se sentían con sentimientos de mucha pena, de agradecimiento, porque habían crecido mucho durante nuestro trabajo. Eso es satisfactorio, porque uno busca eso. Y del canchero, de la gente que trabaja en el club, recibimos las mismas palabras. Fue atípico. Yo buscaba que a Magallanes le fuera bien.
La hora del adiós
¿Por qué llega a la convicción de que era mejor partir?
Porque veía que el equipo jugaba bien, intentaba, pero estaba trabado, no podía. Después de tres años, quizás hay un proceso que pudo haberse desgastado desde lo anímico. Futbolísticamente, no; el equipo nunca se vio perdido en el campo. El tema anímico nos convirtió en un equipo vulnerable. Entonces, si el remezón podía ser un cambio de técnico, creí que era la mejor decisión.
¿Cuánto afectó la salida de César Cortés?
El mayor impacto es que perdimos a alguien fuerte en la gestión interna. Había una amistad, una confianza. No es lo único que incidió, pero es un punto que hay que considerar. Lo sabía. Estábamos condicionados a que naciera su hija. Era una decisión tomada.
Después de celebrar el ascenso, la Copa Chile y la Supercopa… ¿duele más el porrazo?
Más que doler más, siento que es algo que tenía que vivir. Es aprendizaje. Lo otro fue atípico y lo valoro muchísimo, pero era eso, atípico. Sí me hace ajustar algunas cosas. En eso estoy. Ha sido un inicio de emociones importantes. No me quedo en el porrazo ni en el triunfalismo excesivo. Nunca lo demostré. Para nada. Trato de ser equilibrado y es lo que voy a seguir buscando. Intentando.
¿Le llegó todo muy rápido?
Sí. Obvio que es así, pero es mi historia. Y estoy feliz de cómo la estoy viviendo. Hay técnicos que en su vida no consiguen tres títulos. No podría renegar de eso, de haberlos conseguido. Sería malagradecido si dijera lo contrario. Lo querría repetir, de hecho.
¿Con qué balance deja Magallanes?
Primero, de que el club se posicionó de vuelta en un lugar que había perdido. Estaba dormido. Mirar títulos y el último puesto por sí solos es lo que menos trato de poner en el balance. Me quedo con el desarrollo de jugadores jóvenes, con una estructura que llegó hasta las divisiones inferiores. Hay un club y generaciones que se reencantaron. Y sobre todo gente mayor que pensaba que su club nunca más iba a estar en estas situaciones y lo volvió a estar.
Los planes
Ahora irá a Europa a capacitarse, ¿ya tiene algo agendado?
Estoy en ese proceso de armarlo, de ver si en esta temporada, o en lo que queda, alcanzo a hacerlo. Y si no, será en el segundo semestre. Será en la tendencia de los técnicos que antes no pude visitar, después de mi retiro. Y también con técnicos nacionales que son importantes de escuchar, porque han vivido cosas y situaciones antes que yo y me pueden ayudar en este proceso. Me gustaría ver a Guardiola, lo estoy gestionando; al técnico del Brighton (Roberto de Zerbi), a Arteta y a Luis Enrique. Y a Pellegrini, que siempre lo he buscado. Estoy gestionándolo. Hay gente que ha ido y que tiene línea directa con ellos. Me están ayudando.
¿Qué escuela pretende asimilar con mayor ahínco?
De liderazgo, de conocimiento, la de Pellegrini. Seguro que tengo mucho que escuchar de él. Y desde el juego, mi modelo es Guardiola. Cuando vi a ese Barcelona de 2008 me encanté y he visto lo que ha avanzado. Quiero sacar mucho de estrategia mirándolo, viendo sus trabajos.
¿Qué le falta para alcanzar su expectativa ideal como DT?
Es un aprendizaje constante. Todo el tiempo. Me falta muchísimo. Esta situación me faltaba vivirla. Nunca me voy a sentir con la seguridad de decir que estoy completo. No me sentía capacitado porque no había entrenado a ningún equipo y resultó bien en la primera parte. Entendí que me estoy preparando y adaptándome a las exigencias. Pensaba en la vuelta larga y no fue tan larga. En eso estoy. Y voy a seguir en eso.