Nicolás Peric (39 años) deja Audax Italiano. Se va, dice, con una dolorosa certeza. "A mí, nunca pensaron en renovarme. Me ofrecían el 70 por ciento y luego el 50 por ciento de lo que ganaba, y después desaparecieron. Y sería nomás. Los jugadores somos desechables, independientemente del nombre", afirma a La Tercera quien para muchos es el último ídolo del club floridano.
¿Esperaba dejar Audax así?
Nunca. A Miño lo sacaron de un día para otro y mañana será otro que no calce con lo que el club predica hoy. Aquí lo que importa es el éxito económico, no la proyección deportiva. Daba lo mismo si jugaba o no. Yo era un gasto, al final.
¿Le ofrecieron renovar?
Sí. Terminado el campeonato, en mayo. Después, no supe más.
En el club aseguran que dos veces se negó a firmar un nuevo pacto.
No es verdad. Sí estuvimos conversando gran parte del semestre. Nunca me dijeron 'siéntate y firma'. No había interés. ¿Para qué se quieren descartar? Hoy, los clubes son mucho más negocio que amor y pasa eso. Los dirigentes antiguos tenían fallas, pero ahora se manejan códigos diferentes.
¿Siente ingratitud?
Es una palabra acertada, muy acorde con lo que siento ahora. Si no merecía renovar, debieron decírmelo. Yo me voy a retirar cuando quiera. Hoy no lo tengo en mente. Sí, lo pensé; ahora no.
¿Le están pasando la cuenta por la mala campaña de Audax?
Si fuera por eso, las contrataciones no las hice yo. ¿Cuenta el haber jugado lesionado, fracturado en las costillas, desgarrado? De qué me acusan. ¿Ser poco serio o poco profesional? Me quedo con la gente, con el cariño de la hinchada, los mensajes que he recibido. Da lo mismo lo otro. No pedía galvanos, sino lealtad, Las formas no fueron adecuadas. Están en su derecho. No es mi plata. No me voy a meter en los bolsillos de otros, pero mentir...
¿Por qué Audax mostró un rendimiento tan bajo?
Nos costó incorporar a los nuevos muchachos. No era sencillo. En el segundo semestre la van a romper. Audax se va a salvar. El potencial lo tiene. El Coto (Juan José Ribera, el técnico) trabaja increíble. Quería quedarme para que esto se fortaleciera.
¿Ribera quería que se quedara?
Sí. Siempre. Desde que llegó que pidió que renovara, pero hay un momento en que el medio de los técnicos es muy desgraciado. Están esperando detrás de un árbol que uno se caiga. Entonces, un técnico no puede involucrarse más allá. Yo le dije que no correspondía que se jugara por mí.
¿Se siente el último ídolo del club?
No sé. Eso lo verán los hinchas. Más que ídolo, siento que representé sus ideales.
¿Vuelve a Rangers?
Eso me lo he planteado siempre. Nunca será un retroceso. Es una alegría que en Talca se dé mi nombre y que los dueños del club hayan tenido la deferencia de saber si existía la posibilidad. Se dé o no. Quizás se pueda. Eso me devuelve el ánimo y me da la sensación de que hay gente que ama el fútbol y que todavía el fútbol es importante para ellos.