Nicole Perrot es joven, tiene 35 años, pero es una leyenda. Como aficionada ganó importantes torneos, consiguió entrar a una primera división mundial del golf, el LPGA, saltándose el paso natural, que es jugar la NCAA por una universidad, y hasta ganó un torneo en su segunda temporada. Hasta ahí, la historia de la viñamarina y la de Joaquín Niemann son similares. Pero la chilena no volvió a tener buenos resultados y en 2008 dejó el golf profesional para siempre. "A Joaco no le va a pasar lo mismo", asegura.

Hoy la mejor chilena de la historia del golf femenino está dedicada al rubro automotriz, encargada de un showroom de marcas de primera gama que, curiosamente, incluye a Chrysler, su primer auspiciador. Tiene un horario de oficina, que apenas la deja recorrer nueve hoyos algunos sábados por la tarde. Hace eventos, clínicas, organiza o juega torneos. Hace deporte, entrenamiento funcional, ciclismo y algo de tenis, pero el golf es diferente: "Después de que uno juega tan competitivamente, uno va sufriendo la cancha, comparándose con cómo era antes, no va divirtiéndose o riéndose si uno le pega mal a la pelota. Los tiros que ahora no salen dan rabia. No voy relajada, me digo que tengo que superarlo, pero después de tantos años, es el único deporte que me frustra".

Perrot sigue siendo profesional. En 2014 solicitó volver a ser aficionada, para jugar una Copa Los Andes, pero no se lo permitieron. Dice que volverá a hacer el trámite porque ser rentada en Latinoamérica es inútil, no hay dónde jugar. "Si hubiera, me motivaría a entrenar, pero como no es así y se ve lejano, nada", reconoce.

"Estoy puro hueveando"

Mirar golf por televisión no está entre sus mayores panoramas, "solo cuando hay un buen torneo, igual como con el fútbol, cuando hay un buen partido lo veo", explica. Hace un par de años fue comentarista del Golf Channel, para lo cual iba y venía cada semana a Buenos Aires. "Me recordó mucho a cuando jugaba", señala. Eso no es bueno, pues los aviones fueron uno de los motivos por los que dejó sorpresivamente el LPGA Tour en 2008. Así explica esa decisión: "Independientemente de lo que proyectaba mi carrera, no era superior a poder seguir desarrollándome. Yo quería estudiar, hacer otras cosas. Era complicado no vivir en un lugar y estar todas las semanas viajando, eso me cargaba. No proyectaba ese estilo de vida. Nunca estuve dispuesta a vivir en Estados Unidos. Hoy veo para atrás y digo que tal vez podría haberlo hecho, me faltó madurez".

Perrot siempre recuerda el momento en que lloró en una cancha. "Fue en un major, el McDonalds, donde no me salía nada, ni el swing, ni el putter, eran puros inventos de mi cabeza, y te das cuenta de que te empiezas a boicotear tú misma porque no quieres estar ahí. Cuando me cayeron un par de lágrimas me dije 'estoy puro hueveando', así, literalmente", rememora.

Y se vino a Chile. Como mea culpa, error o qué hubiera hecho distinto, señala el ir a la universidad. "Con dos años hubiera conseguido un sentido de pertenencia a esa edad. Si no, uno se siente como un NN en Estados Unidos. Pero para eso hay que acarrear a todo un entorno, que en mi caso no era posible", dice la viñamarina.

Como sea, sí hubo cariño. En su casa están la copa del Long Drugs y el Cóndor como Mejor de los Mejores de 2001. El resto los tiene su mamá y el que más atesoró, el del US Junior 2001, tuvo que devolverlo un año después. Que sí hubo amor a la actividad lo prueba saber cuál fue su mayor desilusión. Fue antes del LPGA, cuando jugando los Futures vio cómo sus amigas, la mexicana Lorena Ochoa y la brasileña Candy Hannemann, lograron ascender al LPGA y ella no. "Eso fue fatal, me pegó fuerte. Porque una se empieza a cuestionar, cuánto rato más, qué me falta".

¿Aprovechó el tiempo en el LPGA? "Por el lado personal, fue gigante. Por el lado económico, más o menos. Cuando empecé, mi hermano se reunía con el papá del Chino Ríos para que le enseñara cómo son las cosas. Uno paga muchos noviciados, negocié mal, uno paga caro entrenadores, el festival de comisiones para todos lados. Para retirarse tranquilo hay que estar 15 o 20 años en la elite. Los gastos de un golfista son muy altos", señala.

Nicole Perrot afirma con seguridad que le "jugó en contra" haber ganado un campeonato tan pronto. ¿Podría pasarle a Joaquín Niemann? Responde que no. "A mí me costó tanto y cuando lo logré me dije ¿y ahora qué? ¿Ganar un major?, puede ser, hay más objetivos, pero la verdad es que no quería dedicarme toda la vida a esto. A las expectativas siempre hay que tenerles mucho cuidado, este es un deporte raro, donde no porque un día se gana hay que creer que vas a caminar sobre el agua. No creo que le pase lo mismo a Joaco, para nada".

Cuenta la viñamarina que es complicado hacerle entender a la gente que el golf es distinto a otros deportes. De hecho, Niemann después de su título apenas sorteó un corte y esta semana, lo falló. "Y la gente dice 'qué le pasa'. No le pasa nada. Que Joaco no se enfoque en las cosas que no se tiene que enfocar, me imagino que ahora va a empezar a mirar ganar un major, peor ahí, hay una diferencia gigante. Tiene que ir paso a paso. Y que no todo lo que se genere en Chile le afecte, porque a uno le afecta tener que estar dando explicaciones".

Al número tres del PGA Tour, Perrot lo considera un privilegiado: "Me gusta su templanza, me sorprende que a los 20 años se vea tan sereno. Me impresiona el swing, le pega derecho y fuerte. Su estructura física es buena, flaquito, flexible, alto".

¿Será un caso único el de Niemann e imposible entre las damas? "En Chile hay muchas mujeres que juegan, algunas se están yendo a Estados Unidos, veo potencial, pero es difícil. Los éxitos de Joaquín van a ayudar muchísimo y lo otro que hay que reconocer es el trabajo que ha hecho su entrenador, Eduardo Miquel. Él ha sido capaz de conformar algo que saque jugadores a nivel mundial".

Esa proyección ya era su sueño cuando ella era jugadora. En aquella época buscaba la forma de masificar este deporte. Dice que no lo logró. "Sí se abrió la oportunidad, porque hoy la gente que no juega te conoce. Un golfista puede salir en la portada de un diario. Si bien se abrió, Joaco la tiene que rematar, ahora el golf es olímpico. Si logra una medalla de oro, no me cabe duda, lo firmo aquí, el golf se pega un salto importante".