En una segunda mitad deslumbrante del delantero Ahmed Musa, Nigeria logró doblegar a Islandia en Volgogrado estrenando su casillero de victorias en el Grupo D y enviando un aviso a una Argentina a la que vuelven a cuadrarle las cuentas luego del triunfo africano.
En la primera mitad, sin embargo, la victoria de las Súper Águilas parecía poco menos que una quimera. Y es que sin un fútbol excesivamente elaborado ni excesivamente vistoso, pero con una convicción pasmosa, Islandia fue ampliamente superior a Nigeria durante los primeros 45 minutos de partido. Merecieron marcharse al descanso en ventaja los pupilos de Heimir Hallgrímsson, pero les faltó un punto de acierto en la definición para inclinar a su favor un encuentro que dominaban a fuerza de voluntad, sostenidos en una fe tan conmovedora como contagiosa.
Fue a balón parado, en las acciones de estrategia ejecutadas por Gylfi Sigurdsson, como llegaron las mejores ocasiones de los islandeses en la primera mitad. Una propuesta sencilla pero efectiva que a punto estuvo de fructificar al filo del entretiempo, cuando Finnbogason, con todo a su favor, erró inexplicablemente rematando en semifallo un gol cantado.
Para entonces Islandia ya había hecho lo que mejor sabe hacer, neutralizar a su rival minimizando sus virtudes hasta convertirlo en un equipo inocuo. Y eso que el planteamiento inicial de Gernot Rohr, alineando de partida a dos delanteros, Musa e Iheanacho, en la punta de ataque, había sido mucho más ambicioso que el presentado en el estreno mundialista ante Croacia. Pero ni con esas. La movilidad de la dupla ofensiva y las timoratas tentativas de las Súper Águilas terminaban muriendo siempre, sistemáticamente, a los pies del muro islandés.
Algo cambió, sin embargo, tras el paso por los camarines. Nigeria, que se acordó de que además de no perder debía ganar para encarrilar su camino hacia los octavos, comenzó a volar por los costados. Moses, que volvió a evidenciar un día más que no necesita ningún socio para ir a la guerra, cabalgó por el flanco derecho y envió un centro medido al corazón del área que Musa convirtió en gol luego de acomodarse la pelota con un fantástico control orientado. Se habían consumido sólo cuatro minutos del complemento.
El tanto derrumbó anímicamente a Islandia, que se había sostenido en el partido gracias precisamente a esa fe inquebrantable, y Musa, el mejor de los africanos (que ya había estrellado otro remate en el travesaño minutos antes), anotó el segundo en el 75 tras burlar, en su vertiginosa diagonal hacia la portería, la salida del arquero Halldorsson.
Ahí, a los pies de Musa, terminó cayendo la resistencia de una Islandia que dispuso de una pena máxima a su favor a falta de 10 minutos para recortar distancias, pero que Sigurdsson, el especialista, acabó enviando a las nubes, certificando el triunfo nigeriano y resucitando, de paso, la moral de Argentina.