La imagen preocupó a todos los franceses: Kylian Mbappé tendido en el piso, con muchas muestras de dolor y, acto seguido, retirándose de la práctica de manera anticipada. Se temió lo peor.
Lo cierto es que no fue más que un susto. El golpe en el tobillo que recibió de su compañero Adil Rami, un especialista en las malas artes, no causó más que dolor y el jugador del PSG no tendrá inconvenientes para participar de la Copa del Mundo, que a partir de mañana paralizará a los fanáticos del fútbol de todo el planeta.
El delantero de 19 años está llamado a ser uno de los estandartes del equipo blue, que busca la consolidación después de transcurridas dos décadas de que levantaron el trofeo por última vez, en su Mundial de 1998.
"Estoy bien. No fue más que un golpe, así que no importa. Gracias por su preocupación", escribió en redes sociales el delantero, calmando a todos. "Y dejen a mi amigo Rami, que no tuvo mala intención", añadió, en alusión a los que cargaron contra el infractor cuando no había claridad respecto de los reales alcances de la lesión.
Mbappé arriba a la competencia cargando sobre su espalda todo el peso que le da el medio, que prácticamente lo condena a destacar en el campeonato mundial. Y es que, los 180 millones de euros que pagó por él su actual equipo lo transformaron en el segundo fichaje más caro de la historia, sólo superado por Neymar, su compañero de ataque en París, cuyo pase le costó 220 millones de euros al club. Su talento natural, en tanto, además de darle el respeto y admiración de millones de fanáticos a nivel mundial, lo obliga a tener figuración y tirar del carro de los suyos en la competencia más importante del fútbol, donde debe aparecer en toda su dimensión la verdadera categoría de los jugadores.
Francia se estrena este sábado ante Australia. Y, tras el susto, viene la ilusión. Mbappé va a estar y tiene ganas de triunfo.