“No es Lucas Cepeda, es Roberto Carlos”: la historia del porteño que anota los goles claves de Colo Colo
El zurdo, formado en Macul, pero consolidado en Santiago Wanderers, agranda su particular leyenda en Macul. En esta Copa Libertadores, ha anotado goles decisivos. Después del bombazo que acertó frente a Junior, en Barranquilla, Mauricio Isla le dedica un contundente elogio.
Probablemente sin proponérselo y más bien producto de la euforia del momento, Lucas Cepeda ocupa el primer plano de la fotografía grupal con la que Colo Colo celebró la victoria sobre Junior, en Barranquilla, y abrochó la clasificación a los cuartos de final de la Copa Libertadores, una instancia a la que no accedía desde 2018. Probablemente, también, la distintiva ubicación sea un justo premio para la trascendencia del gol que anotó en Colombia, que significó la apertura de la cuenta y le puso una dificultad mayor al dueño de casa, considerando que los albos llegaban con el aval de la victoria que habían conseguido en Macul. Aunque esa alegría duró poco, porque al instante Carlos Bacca igualó la cuenta, y el reconocimiento masivo se lo terminó llevando Maximiliano Falcón, autor del gol que selló la clasificación, lo cierto es que la inyección anímica que aportó el porteño fue significativa: mostró que era posible ganar en la tierra cafetalera.
Cepeda entró en la serie frente a Junior por la ventana. A última hora. En el calentamiento del partido de ida, en el Monumental, la lesión de Arturo Vidal le permitió saltar al campo de juego. Ese día, también respondió a la altura de la exigencia. Su consagración, sin embargo, se produjo cuando más se necesitaba. Otra vez, su titularidad obedeció a la incertidumbre respecto de la condición física del Rey, quien igualmente terminó jugando. Recostado sobre la izquierda, su función inicial era evitar el despliegue de los colombianos por ese sector. En los apuntes de Jorge Almirón, la prioridad era contener las subidas de Edwin Herrera manteniéndole ocupado. El jugador formado en Santiago Wanderers se salió del libreto. Y con honores: en los 43′, despachó un bombazo imparable para Santiago Mele y abrió la cuenta. En una respuesta al posteo de celebración que subió el nuevo héroe albo, Mauricio Isla lo elevó a la mayor altura posible. “No es Cepeda, es Roberto Carlos. Increíble, amigo”, sentenció el Huaso.
La revancha y la historia
“Nos volvemos a encontrar, vamos con todo”. La frase que Cepeda publicó junto a una fotografía que lo mostraba de niño en el estadio Monumental adquiere mayor sentido hoy. La había colgado en febrero en su perfil de Instagram, cuando se selló su retorno a Colo Colo. En el Cacique había estado hasta los 12 años. Primero había pasado por una escuela de fútbol en Viña del Mar y, por sus prometedoras condiciones, lo habían trasladado a la capital. No logró acostumbrarse y volvió a Valparaíso para enrolarse en Santiago Wanderers. En los caturros realizó el resto de su proceso formativo, hasta llegar a ascender al primer equipo.
A comienzos de abril , ante Cerro Porteño, ante un Monumental al máximo de su capacidad permitida, el porteño confirmó que eso de ir ‘con todo’ no era una mera declaración de intenciones para las redes sociales. Si había vuelto a los albos era, precisamente, para sacarse la espina que llevaba clavada. El zurdazo que terminó en el fondo del arco defendido por Alexis Martín no solo provocó el desahogo de los 35 mil hinchas albos que estaba en Macul y de los millones que siguieron el partido por la televisión. También el suyo: con ese agónico tanto, en el cuarto minuto de adición, estaba cumpliendo un sueño. Días antes, había entregado un adelanto, con un sabor especial para la porción caturra de su corazón: selló la victoria sobre Everton, en los 90′+2. Ese duelo, ya estaba decidido. El de Cepeda fue el cuarto tanto, aunque también tuvo valores agregados: fue su primera conquista con la camiseta alba y, en rigor, fue un auténtico golazo. También le anotó a O’Higgins, el 27 de julio, en el Monumental.
En Barranquilla, volvió a hacerlo. “Estamos representando a todo Chile. Yo creo que todos los equipos y todas las hinchadas nos están apoyando porque es lindo cuando un equipo representa al país, y lo estamos haciendo de muy buena manera”, declaró después de la consagratoria actuación, extendiendo el efecto de la victoria del equipo más popular del país. “Hicimos un esfuerzo extraordinario. No es fácil aguantar 97 minutos acá en Barranquilla, pero nos llevamos la victoria y estamos muy contentos, muy felices. Pero repito, con los pies sobre la tierra. Y vamos a ir paso a paso a por todos los partidos porque Colo Colo tiene que pelear todos los partidos”, añadió. Luego enfatizó en la importancia de la competencia local, en que los viñamarinos son el próximo obstáculo. Por su identidad wanderina y por el feliz recuerdo del partido por la primera rueda, Cepeda le atribuye al partido una importancia crucial. La tabla de posiciones del Campeonato Nacional es otra inspiración.
El ‘regalón’
Cepeda tiene 22 años. Hace poco más de tres, firmó su primer contrato profesional con los porteños. El club relució el trámite, consciente de que estaba frente a un talento de insospechada proyección. “El joven canterano que se desempeña por toda la banda izquierda, siempre ha destacado por su técnica, fortaleza y velocidad, formando parte en la actualidad de los trabajos comandados por el profe Emiliano Astorga y su Cuerpo Técnico”, describió en esa oportunidad. Era una pista de lo que vendría.
En el club verde ya había convicción de que se trataba de un elemento de excepción. Lo habían moldeado ilustres como Raúl Aravena, Moisés Villarroel y Héctor Robles, por citar a quienes están inscritos en la historia del club. Ya en sus primeras incursiones en el primer equipo, comenzó a ganarse la atención de sus compañeros más consagrados. Uno de los que más cariño le tomó también integra la categoría de los ilustres: Carlos Muñoz. El atacante se transformó en una suerte de padrino para el incipiente carrilero.
El vínculo, de hecho, terminó siendo relevante para su rápida inserción en Colo Colo: Muñoz es íntimo amigo de Óscar Opazo, quien le ha insertado en la dinámica del club popular, precisamente por encargo del ariete. El atacante también contribuyó en un trámite clave para una adaptación más rápida: le ayudó a conseguir departamento en Santiago. Cepeda, por cierto, suele devolverle el cariño a su mentor: celebra algunos de sus goles inflando sus mejillas.
El paso clave
El buen rendimiento que exhibió en Wanderers lo catapultaría a Colo Colo. Antes, sin embargo, hubo un paso clave: comenzó a ser considerado por Eduardo Berizzo en los microciclos de la selección Sub 23 que, luego, disputaría el Preolímpico. Ahí recibiría un consejo que también resultaría decisivo para su futuro: como no tenía agente, sus compañeros en el combinado nacional le aconsejaron asesorarse por uno. Sería una gestión clave para conseguir el regreso a Macul. En clasificatorio para París 2024, instancia a la que Chile no clasificó, disputó 242 minutos en tres partidos. Al término del certamen fue fichado por Colo Colo. Jorge Almirón lo había solicitado a la dirigencia, según confesó el presidente de Blanco y Negro, Alfredo Stöhwing, después del triunfo sobre Cerro Porteño.
El resto de sus decisiones son inherentes a la madurez que suele mostrar desde siempre. Esa cualidad, por ejemplo, le llevó a finalizar su enseñanza media en el programa Tutoría Caturra, un programa que impulsa el club de Valparaíso para contribuir a la formación integral de sus jóvenes talentos y que incluso les brinda la posibilidad de seguir estudios superiores. Esa parte del plan, al menos, no estaba considerada en la hoja de ruta que tenía diseñada Cepeda: en el club asumían que su destino sería transformarse en futbolista profesional. Y en uno de los destacados.
Sus otras cualidades tienen que ver, también con su personalidad. La cercanía con su familia materna le llevó a portar el apellido Barturen en su camiseta en algún partido por el equipo wanderino. Su madre y un par de parientes más, de hecho, suelen acompañarle en el Monumental y luego de la consagratoria actuación de este miércoles lucían un indisimulable orgullo. De ellos heredó el respeto por los demás: a toda persona mayor le llama ‘tío’.
Como cualquier joven de su edad, Cepeda también se entretiene. Su pasatiempo favorito es la PlayStation. Sus favoritos son los juegos de fútbol. En el puerto recuerdan que alguna vez participó en un evento organizado por el club, formado dupla con uno de sus mejores amigos: el actual cruzado Daniel González. El otro miembro de su círculo de hierro es Matías Plaza.
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