“No fue casualidad, fue Dios”: la verdadera, cruda y conmovedora historia del día en que Marcelino se ganó una casa
En entrevista con La Tercera, Núñez reveló cómo su familia pudo ganarse una casa propia en 2014, tras su participación en el programa Extreme Makeover.
Marcelino Núñez habló de todo con La Tercera en una entrevista íntima, cruda y reveladora. Comentó sobre sus sueños —”Me gustaría consolidarme y ganar una Libertadores con la UC”—; su amor por la franja —”Siento que es mi club de barrio”—; y de los esfuerzos que sus padres tuvieron que hacer para que él fuera futbolista profesional —”Se sacaban la mugre, ganaban el mínimo, no sé cómo logré ser futbolista”—.
El jugador de la UC dio detalles de su infancia en Colina y contó la verdadera —y emotiva— historia del día en que su familia se ganó una casa totalmente nueva. “Fue gracias a Dios”, dice el volante.
“Un día, mi papá me fue a retirar del colegio para llevarme al entrenamiento de Católica. Y justo había dos señoras que tenían el neumático pinchado del auto. Mi papá, de buena onda, en un rato no más se los cambió. Ahí parte la historia, porque una de ellas le dijo a mi papá: ‘Oye, tú no me conoces, pero yo soy productora de un programa internacional, que te demuelen la casa y te arman una nueva de tantos millones y cosas así'”, relata Marcelino. Aquello fue en 2014.
Hasta esa fecha la familia de Marcelino vivía en una mediagua, así que la oportunidad llegó caída del cielo. El programa internacional era Extreme Makeover, donde varias familia competían por el gran premio final: una casa nueva y propia. “Después vinieron a sacarle fotos a la casa y empezó la participación. Vinieron a grabar y se hizo más seria la cosa. Al final nos ganamos la casa. Nos demolieron la primera, que era una mediagua y nos armaron una nueva impresionante. A pelotazos la demolimos. Venían hasta con auto, con muchas cosas adentro”, rememora Marcelino, cuya pieza estaba pintada como San Carlos de Apoquindo.
Núñez no tiene dudas de que su casa fue un regalo que Dios le envió a su familia debido a las innumerables plegarias de su madre, quien por ese entonces sufría de depresión. “Fue gracias a Dios. Somos creyentes en Dios y mi mamá contó su experiencia de que ella quería salir de la depresión y se lo pidió a Dios. Le dijo que en la casa antigua veía mucha oscuridad. Entonces le dijo: ‘Señor, si me ayudas con una casa…’. Y a las semanas después pasó eso. Se cumplió. Dios nos escuchó. Impresionante. Si mi papá no ayudaba a esas señoras, no hubiese pasado nada. Fue una coincidencia, pero de Dios”, asegura. Lo cierto es que su padre, ya sea por Dios, la vida o el destino, fue premiado por su buena acción.
Una infancia difícil
La casa vino a mejorar la calidad de vida de la familia Núñez, que no tenía una buena situación económica por ese entonces: “Mi infancia fue difícil. Muy difícil. Yo, a lo loco, decía que mi sueño era ser futbolista profesional. No sé cómo lo hicieron mis papás”.
Los sacrificios para que Marcelino lograra sacar adelante su carrera como futbolista fueron inmensos, al punto de que el joven aún no entiende cómo pudo lograr su sueño: “Ellos se sacaban la mugre, pero nunca falté a un entrenamiento ni a un partido. No sé cómo lo hacían. Ganaban el mínimo. Mi papá no sé cómo se conseguía pegas, ganaba 100 mil pesos, estaban mis hermanos. Fue complicado. No sé cómo logré ser futbolista. Era muy lejos San Carlos de Apoquindo. Muy lejos. La verdad es que no sé cómo lo hicieron. Yo creo que fue voluntad de mis papás, de querer cumplir mi sueño, y gracias a Dios también lo pude conseguir”.
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