Se acaba el tour de la Selección por la fría Europa y la Roja vuelve al silencio. Es el precio que se paga por la farra de no asistir al Mundial de Rusia. Y regresamos al ruido de nuestro doméstico campeonato nacional. Se reinicia con la visita del puntero invicto Universidad Católica al Monumental. Un partido vital para desprenderse de un directo rival y donde los albos no pueden darse el lujo de alejarse del encumbrado contendor. Si pierden, no les queda otra que alzar un pañuelo y decir adiós o ponerse a llorar. Sería una gran ventaja para los cruzados, en el papel casi irremontable para los de Guede (si es que el fútbol tiene algo de lógica).

¿A título de qué lo señalan como clásico? ¿Sólo por haber ganado la UC la Copa Interamericana? No nos engañemos. Llegaron a disputarla porque Sao Paulo desistió de jugarla y de rebote les llegó la invitación. Los cruzados tienen su propio clásico con Universidad de Chile y no hay más. Allí hay historia y de la buena, con barras en un ambiente cultural y deportivo. Clásicos inolvidables que terminaban en grandes partidos tradicionales de buen fútbol y sana amistad.

Lo de este sábado no es un clásico. Tampoco ha sido una historia de Capuletos y Montescos. Ni apelando a las aborrecibles comparaciones de pudientes y marginales. Ni cuicos ni flaites. Ni los del barrio alto contra los de Plaza Italia para abajo.

Pero los afectos desplazan los hitos fronterizos. Por las verdes canchas de La Dehesa se ven camisetas del Mago o Paredes corriendo detrás de un balón y por las de tierra de Pudahuel las de Buonanotte o el Chapa Fuenzalida. Globalización, le dicen. Ahora ambos son sociedades anónimas, cuyo dinero lo puede todo, pero jamás tergiversar la historia.

Los católicos más que nunca tienen la necesidad de rezar para ganar en el templo de Macul y los albos, en lo suyo, deben invocar porque al final de la Semana Santa prosigan con fe en la procesión, en lugar de recibir una tempranera extremaunción.

¿Cómo termina? ¿Resurrección o calvario? La palabra bíblica la tiene San José o San Pablo. Que van a poner y encontrar huevos, eso se los garantizo. Niños, al estadio, al estadio.