Juan Fernando Quintero es, por estos días, una de las sensaciones del fútbol argentino. El volante colombiano es el motor de Racing, con el que ganó la Copa Sudamericana. De gloria continental ya sabía: en 2018, selló el recordado triunfo de River Plate sobre Boca Juniors en la definición de la Copa Libertadores que se disputó en Madrid, que los Millonarios celebrarán eternamente. Ese año, también apareció en el equipo ideal de América.

El cafetalero pertenece a esa estirpe de mediocampista que los entrenadores han condenado a la extinción. Talentoso con el balón en los pies, es capaz de dejar a sus compañeros en posición de gol con facilidad. El gol tampoco le resulta extraño: este año ha convertido ocho.

La particular condición de Juan Fernando Quintero

La habilidad de Quinteros esconde un serio problema que experimenta el mediocampista cafetalero: la falta de visión. En una entrevista con La Nación, reveló que padece de tres enfermedades a los ojos: presbicia, miopía y astigmatismo. “Tengo todo, todo... tengo presbicia, astigmatismo y miopía... No veo, no veo. Cuando me hicieron las pruebas me preguntaron que cómo hacía pa’ jugar fútbol... Y no lo sé...”, explica en el diálogo con el medio transandino.

Los médicos llegaron a cuestionar la compatibilidad de los problemas que experimenta y que, naturalmente, le generan contratiempos en la vida cotidiana. A punta de talento y de sensibilidad, Quintero se encarga de terminar con esos temores. “Uso los lentes porque realmente no veo, pero en la cancha, pues... voy”, complementa, respecto de la actitud con la que los enfrenta.

Juan Fernando Quintero, por River, en la recordada definición ante Boca (Foto: AP)

La otra complicación relacionada con la salud no lo afecta a él, sino a su mujer, Johana Osorio, para quien pidió donaciones de sangre y por cuyo estado se ausentó de algunos partidos para viajar a Medellín, donde estaba internada. “Ahora ya lo puedo decir con naturalidad: mi señora es un milagro de la vida... podemos contarlo. Que hoy pueda estar con nosotros es muy bonito, porque en un momento todo fue incertidumbre, tristeza y soledad. No sabíamos qué iba a pasar. Fue un año muy difícil por esta situación, pero lo sacamos adelante también gracias a la conexión con Dios, con el ser supremo”, explica.

Corazón dividido

Quintero reconoce que su corazón futbolístico está dividido en dos partes. “Estoy en Racing, agradecido y hoy es mi realidad, pero tampoco la gente puede esconder que yo viví algo increíble con River, y siempre va a estar en mi corazón. Y lo digo porque yo no me di a conocer por Racing, sino que me di a conocer por River y vivo muy agradecido. Por supuesto que respeto estos colores, y los respeté tanto que luchamos y ganamos algo que va a quedar para toda la vida. Pero tampoco escondo mi amor por River porque viví cosas fantásticas, y es por lo que viví en River que hoy también me respetan en Racing”, reconoce.

“El mundo River te exige. En River se disfruta muy poco, en estos clubes tan grandes hay una vorágine. En la vida tenés más fracasos que éxitos, por eso tenés que estar equilibrado. No hay que llevarse por las críticas ni los halagos. El mayor ejemplo es un tipo como Marcelo [Gallardo], que ha sido muy ganador en su vida, y que cuando sufre la pérdida de su padre, al otro día está dirigiendo. Es otro tipo de piel. Yo no sé si estaría preparado para eso”, grafica, respecto de la experiencia de pasar por el equipo millonario.

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