Ronaldo es considerado por muchos como el mejor centrodelantero de la historia. Condiciones y méritos le sobran para tal distinción. El apodo que llevó durante su carrera es, de hecho, la mejor muestra de que se trataba de un jugador excepcional: El Fenómeno. Y no era antojadizo. Las cualidades de su juego, de una extraordinaria potencia física mezclada con el talento y la frialdad propias de un elegido, lo justificaron plenamente. Cruzeiro, el PSV, el Barcelona, el Inter de Milán, el Real Madrid y el Corinthians además, de la selección brasileña disfrutaron de sus bondades y, sobre todo de sus goles.
Colo Colo lo tiene entre sus recuerdos por dos motivos. El más concreto, por lo que sufrió por su culpa. El hipotético, que con el tiempo se transformó casi en un mito, por el interés de ficharlo cuando recién emergía como una promesa que con menos de 17 años ya daba que hablar.
Cuando pudo llegar a Macul
Los albos llegaron a presentar una oferta por el actual dueño del Valladolid. En el verano de 1993, el incipiente delantero había sido una de las figuras del Sudamericano Sub 17, en el que la Rojita, que dirigía Leonardo Véliz, clasificó al Mundial de Japón, en el que consiguió el tercer puesto. Ese rótulo lo compartió con un chileno: Manuel Neira. La mención no es casual, porque ambos marcaron ocho goles en el certamen y luego pudieron ser parte de una transacción histórica.
El ex dirigente albo Jorge Vergara Núñez ha relatado la situación en muchas oportunidades. Según sus palabras, le consultó a Cruzeiro por la posibilidad de adquirir a Ronaldo, de quien los conocedores del fútbol juvenil ya hablaban hacía un rato. La respuesta fue contundente: los brasileños pedían a Neira y 100 mil dólares adicionales.
Vergara le acercó el potencial negocio a la dirigencia alba, que entonces encabezaba Eduardo Menichetti. El timonel la traspasó al directorio. En esa instancia, finalmente, se impuso la idea de privilegiar el desarrollo de Neira en Pedreros, con la esperanza de que confirmara en el tiempo las innegables y promisorias condiciones que, en su momento, le habían puesto a la par de quien luego se llevaría la atención del mundo.
En efecto, el cuerpo técnico del Cacique ni siquiera fue informado de la operación. “Esa información no nos llegó”, afirma Marcelo Oyarzún, preparador físico del equipo popular en ese momento. “Puede que Vergara lo haya ofrecido, pero a nosotros no nos dijeron nada”, refuerza.
Cuando lo ignoraron
Ese mismo año, Colo Colo enfrentó a Cruzeiro, por la Supercopa. En la banca alba estaba Mirko Jozic, quien instruyó a su ayudante, Ricardo Dabrowski, para que viajara a Belo Horizonte y apuntara a qué jugadores había que prestarles atención. En rigor, lo que buscaba era una actualización, pues un año antes los albos se habían medido con La Raposa. Ese partido forma parte de la historia más gloriosa del Cacique: en Kobe, el equipo del croata se impuso en la definición por lanzamientos penales y se quedó con la Recopa Sudamericana, su segundo trofeo internacional.
El Polaco cumplió la misión. Con el resultado en la mano, considerando que el Cacique fue goleado por 6-1 y que Ronaldo marcó un triplete, hay que decir que lo hizo a medias. “Ricardo va a ver ese partido por encargo de Mirko. Cuando llegamos allá, tenía el informe detallado y le dice ‘y está debutando un chico, pero no pasa nada con él, porque no tiene buena técnica’”, revela Oyarzún. Una circunstancia trágica completa el relato. Jozic había tenido que viajar a Croacia por la muerte de su hijo. Por esa razón, delegó la responsabilidad en sus colaboradores más estrechos.
El recuerdo mezcla dolor y, a estas alturas, anécdota. “Nos hizo tres. Era extraordinario. Nosotros ni lo conocíamos, porque en ese tiempo la información no volaba como ahora. Ya hacía de a tres y tenía 17 años. Imagina lo que era. Y, bueno, está claro lo que llegó a ser”, refuerza el PF.