“No pueden ser niños a los 20 años”: históricos condenan las palabras de Patricio Ormazábal y su decisión de marginar a Lucas Assadi

La justificación para la salida de Darío Osorio en el duelo ante Uruguay se transforman en un boomerang para el entrenador quien, además optó por no incluir desde el comienzo al volante de Universidad de Chile. El flanco se suma al que había abierto por la definición de objetivos que había realizado a El Deportivo antes del Sudamericano.



Chile cae frente a Uruguay y ni siquiera muestra atisbos de los momentos de buen fútbol que habían entusiasmado en el inicio del Sudamericano Sub 20. Quizás el vértigo de un torneo que incluye partidos cada dos días impida retener demasiado. Lo cierto es que la ilusión que generó el equipo de Patricio Ormazábal en el comienzo del partido frente a Ecuador, que finalmente no pudo ganar, se diluyó totalmente por el serio revés frente a los celestes. El buen juego brilló por su ausencia, los goles también, los orientales se llevaron una merecida victoria y la clasificación a la siguiente ronda pende, ahora, de ganarle a Bolivia y Venezuela. Este martes, a las 21.30 horas, es el duelo frente a los altiplánicos.

Lo peor para el entrenador es que abre nuevos flancos. Cuesta explicarse, por ejemplo, que Lucas Assadi no haya sido considerado desde el comienzo, entiendo que su jerarquía y la combinación que conforma con Darío Osorio suele darle un plus al combinado nacional. Y más aún, se hace complejo descifrar la justificación que entregó el estratega cuando tuvo que explicar la salida del delantero, uno de los llamados a marcar la diferencia. “Osorio estaba con amarilla y reclamándole al árbitro. Los jugadores son niños, por más que uno crea que son hombres, y uno como entrenador debe protegerlos. Las decisiones se fueron tomando así”, justificó entrenador quien, antes del viaje a Colombia para disputar el torneo había aterrizado las expectativas de cuajo. “Nunca ha venido alguien a decirme ‘usted tiene que clasificar al Mundial’”, había dicho a El Deportivo. La polvareda tardó poco en levantarse.

Una suma peligrosa

A Ormazábal le juega en contra esa conjunción de factores. El que más genera controversia es su peculiar análisis. “No puede ser. Mira la formación que estamos dando. Son 19 años. No son niños. Han sido las peores declaraciones que ha dado. Como decir que no le pidieron clasificar. No pueden ser niños a los 20 años. Estamos sobreprotegiendo a la juventud que debe tener claro qué se quiere de ellos, cómo se tienen que comportar. Es parte de la nefasta formación. Si yo quiero exportar cualquier cosa, me piden control de calidad. A un futbolista los mandan con fallas de fábrica, como esta. Imagínate lo que pasó con Carlos Palacios, que se va a Brasil, no lo aprovecha y vuelve a Chile a recibir aplausos domésticos”, explica Leonardo Véliz, quien consiguió el tercer lugar en el Mundial Sub 17 en 1993.

El Pollo profundiza. “A igualdad de medios, igualdad de fines. Si me dan implementación, medios, giras, tengo que ir a pelear para ir a un Mundial. Se puso el parche antes de la herida. Los entrenadores jóvenes deben entregar otro discurso”, sostiene el ex seleccionado nacional y figura en el mítico Colo Colo 73.

César Vaccia, quien también trabajó en las selecciones menores, intenta explicarse la determinación, precisamente, desde el rol que alguna vez cumplió. “Sé lo que es estar ahí. Debe tener sus argumentos. Este era el Sudamericano de Assadi, esa era la proyección que teníamos todos. Con Osorio, juntos, como sociedad. Alguna razón debe tener, que desconozco. El único que tiene la explicación es el Pato. A lo mejor, dentro del modelo de juego no le calza, pero eso es una suposición. No me gusta hacer interpretaciones de lo que hacen mis colegas”, plantea.

Luego, mira el calendario para tratar de entender por qué Ormazábal se reservó una pieza tan vital. “Siendo bien frío, Chile ganándole a Bolivia y Venezuela, clasifica. Sabiendo que el partido con Uruguay iba a ser muy complicado, me la juego contra Bolivia y Venezuela y clasifico. Venezuela una vez salió campeón, pero, históricamente, de diez veces les hemos ganado nueve. Y con Uruguay es al revés. Debe pensar que los necesita frescos”, teoriza.

Véliz también explora potenciales argumentos. “Ormazábal intentó sacrificar el individualismo por el colectivo. Habla de la intensidad, pero la que nos aplicó Uruguay nos mató. Si Chile no llegó nunca al arco. El colectivo está amenazando la individualidad, pero la individualidad tiene que ir acompañada de jugadores modernos. Assadi tiene todas las condiciones que tiene Alexis. Lo mismo Osorio. Sin la pelota tienen que ser parte del colectivo, ayudar en la recuperación. Con el balón, tienen que encarar, improvisar”, sostiene respecto de los proyectos azules. Aún así, marca una notoria distancia. “No lo justifico. Viendo a Assadi jugando por la U, encantó a la afición. Lo mismo Osorio. El riesgo de Ormazábal es prescindir de jugadores de calidad. Que tienen falencias, que quizás tenga más claras, es probable. Por qué saca a Osorio, que se pierde, no ha mostrado mucho, pero tiene una zurda letal. Esa es la disyuntiva”, enfatiza.

En Juan Pinto Durán, el laboratorio que la Roja ocupó para su preparación, siempre se proyectó que Assadi y Osorio jugarían juntos el mayor tiempo posible. Las dudas físicas, de hecho, estaban más puestas en el segundo que en el primero

Madurez tardía

Vaccia y Véliz intentan explicarse la tardía explosión de los talentos chilenos, una consideración que las palabras de Ormazábal terminan validando. “Yo soy entrenador y he estado ahí. Seguramente no ocupó bien los términos. En el fondo, son jóvenes y no son tipos maduros. Los uruguayos de la Sub 15 parecen de 18 años. Son más maduros que nosotros. Uno de 20 juega como un adulto. Seguramente quiso decir que depende de cómo se levanten. Porque mentalmente no están preparados. Les falta esa parte. Si vio ofuscado a Osorio, y lo conoce bien, por eso prescindió de él. Si vamos a lo purista, no es un niño, pero actúan como tales”, sostiene el ex técnico de la U.

Su visión es más profunda. “No son niños. Lo que pasa es un tema ya para hacer un simposio. Cada vez que nos va mal todo el mundo critica. Que hay que mejorar, que no hay metodología. Pasa el terremoto y todos se olvidan. Los clubes ya no hacen giras, solo la ANFP si son seleccionados. Salen las escuelas, porque pagan. Un partido en el extranjero vale por 20 partidos en Chile. Acá se exigen cuando juegan contra los grandes. Esa competencia se gana jugando con los argentinos y los uruguayos. Hay que invertir. De lo contrario, vamos a recurrir siempre a lo mismo. Deben tener solo los partidos internacionales que tienen con la selección o cinco minutos en la Copa Libertadores. Los uruguayos ya tienen 40 partidos. Si no fuera por la famosa regla, muy pocos jugadores se hubieran destapado. Es un círculo vicioso”, analiza.

El Pollo repara en la responsabilidad de los futbolistas y en las diferencias que se marcan respecto de medios más desarrollados. “A Marcelo Gallardo lo llevaban a las competencias con dos años menos. Yo llevaba a Juan Carlos Alegría. Mira donde llegó cada uno, cuando en un momento estaban en el mismo nivel. O a Neira y Ronaldo. Lo mismo. Los dos goleadores en un Sudamericano. Ya no es cosa de representantes. Es cosa de voluntad y de cabeza. Arturo Vidal, con todas las imperfecciones, sigue en la cresta de la ola. Los cabros no piensan. No leen. Otro ejemplo: a Julián Álvarez le pasan las camisetas del City y de Argentina y la está rompiendo. Y antes, lo hizo en River. Es cuestión de voluntad respetando las reglas. Yo veo a Joan Cruz y me explico por qué lo tiene cortado Quinteros”, sentencia.

La perspectiva sicológica

Enrique Aguayo aporta la perspectiva sicológica. “Entiendo el concepto como que aún hay inmadurez. Hay muchos entrenadores que sacan a un jugador amonestado por el riesgo de expulsión. Son pocos los que pueden estar el 70 por ciento del tiempo con amarilla. Eso es una realidad estadística. Normalmente, el jugador más maduro suele tener más autocontrol. Está describiendo una realidad del futbolista, no planteando cómo quiere que sean. Eso muestra que falta un trabajo para que los jugadores sean más autónomos e independientes y tomen mejores decisiones”, analiza.

La mirada es profunda. “Hay clubes que tienen un sicólogo con un cuarto de jornada para hacerse cargo de todas las divisiones inferiores. Hacen una reunión cada dos meses, pero el club dice que tiene sicólogo. Hay excepciones como Católica, que tiene muchos más. La madurez corresponde al factor sicológico. Equilibrios, motivaciones, saber manejar los hechos que ocurren en la cancha. Eso se trabaja entre el sicólogo y el jugador y también entre el sicólogo y el cuerpo técnico”, apunta.

Los jugadores no leen, no estudian. Los clubes hacen convenios para que los jugadores saquen la licencia, pero no estudian. Y uno mira ejemplos como Manuel Pellegrini, Arturo Salah o Johnny Ashwell, que estudiaron y han sido importante en el fútbol y luego, en otras actividades. Todos fueron maduros en su momento. Lo vimos en Tomás González, en Denisse van Lamoen. O, ahora, en Valentina Toro, que no solo ganó todo lo que disputó sino que pasó todos los ramos en ingeniería. Eso les da más fondo para analizar lo que viven. La instrucción ayuda mucho. Es una forma de vida. En el fútbol, los chicos se acostumbran a que les hagan las cosas. En otros deportes, tienen que hacerlo ellos. Nadal, por ejemplo, tiene que mandar a lavar su ropa e ir a buscarla. No viaja con alguien para que se lo haga. Eso los ayuda a ser independientes y eso es parte de la madurez. Aprenden a cocinar, se hacen cargo de su ropa. El sistema del fútbol es más protector”, concluye.

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