El dolor de la eliminación de la Copa del Mundo 2018 espera explicaciones. Todo el país las necesita. Hay que darlas ya. Contar cómo, con un equipo que estaba sobre la media de las selecciones sudamericanas, fuimos capaces de dejar ir la chance de jugar tres Copas del Mundo consecutivas. En paralelo, se debe trabajar en elegir el entrenador de la Selección Chilena. Si realmente queremos traer a alguien de nivel mundial, el actual directorio de la ANFP tiene que ofrecerle un contrato hasta el final del proyecto Qatar 2022.
A lo anterior agregue que vienen las fechas FIFA de noviembre y no tengo dudas que Chile sigue siendo un rival atractivo para muchos.
Y ahí es el momento de aquellos jugadores que están buscando su oportunidad para entrar en la historia de la Selección. Por ello, insto al directorio a pactar partidos amistosos en ambas fechas.
Después se debe establecer un calendario para todo el año 2018 y los meses previos a la Copa América 2019. Hacerlo con visión de futuro y sin que los resultados nos esclavicen.
Para mí es claro el perfil del técnico a buscar. Debe ser alguien que represente el sentir del pueblo chileno, que ya ha dejado claro que le gusta que la Selección sea agresiva: presione mucho al rival; trate bien al balón y actúe siempre pensando en el arco rival. Que lo haga de manera ofensiva, privilegiando por sobre cualquier cosa el espectáculo.
Y esa fórmula debe ser reforzada por tres valores de vida que nuestra comunidad aprecia: disciplina, rigor y humildad. Estos principios que nos regala el deporte -en este caso el fútbol- también son aplicables al resto de las actividades de nuestro Chile. Con la puesta en marcha de ellos, no me cabe duda que muchas de las dificultades que tenemos en educación, salud, seguridad siudadana, se superarían más rápido y de mejor manera. Estoy seguro que tendríamos un mejor país.
No hay que desordenarse mucho en la búsqueda del técnico. Aquel que esté dispuesto a cumplir con esos requerimientos debe ser el elegido.
Una tercera variable que debe ser ejecutada, es algo netamente técnico. Chile debe llevar un proyecto a la Conmebol para que que se dispute un torneo categoría sub 21 con la misma intensidad que las actuales eliminatorias. Que jueguen el día antes entre los mismos rivales y en el mismo país en que jugarán los adultos (copiar a los europeos). Así, las nuevas generaciones tendrán el roce necesario a la hora de vestir la camiseta nacional. Este torneo puede perfectamente ser clasificatorio a los Juegos Olímpicos.
Y por favor no empecemos con que no hay recursos. Esa falacia ya no es aceptada y solo es una absurda defensa para aquellos que privilegian el no trabajar.
Con estos argumentos, e informando a la afición como esta se la merece, podemos empezar a recuperar las confianzas. El dolor es demasiado grande para creer que con soluciones parciales se curará la herida. No es así y pretender actuar a espaldas del país y su gente al momento de elegir técnico y presentar proyectos nos puede llevar a un camino sin retorno.
Por ello que es imprescindible conocer lo que sucedió con la Roja entre San Petersburgo y el Estadio Nacional. Entre la final de la Copa Confederaciones frente a Alemania y el partido ante Paraguay.
Además, informar que nos llevó a preparar de manera tan artesanal el partido ante Bolivia en La Paz. Así sacaremos conclusiones para las campañas que vienen y enfrentar la Copa América 2019 defendiendo el bicampeonato que en forma tan merecida se logró.
Ese torneo continental está a la vuelta de la esquina. No perdamos un minuto. Hay que ser capaces de entender que sólo con una buena actuación en la tierra de la samba, cerraremos una herida que nadie sospechaba se abriría en más de 17 millones de chilenos.