Javier Altamirano se recupera junto a su familia. La convulsión que sufrió el domingo, mientras se disputaban los 25′ del duelo entre Estudiantes de La Plata y Boca Juniors preocupó al mundo entero. La escena fue dramática y el momento fue intenso. Compañeros y rivales se unieron en la incertidumbre y en la angustia.
El parte médico que emitió Estudiantes de La Plata profundiza la inquietud. “Luego de los estudios realizados en el día de hoy, se determinó que la causa de la convulsión sufrida por el jugador fue una trombosis del seno longitudinal superior (cerebro)”.
Y en la noche de este martes, el club pincharrata consigna que Altamirano “continúa bajo cuidados intensivos. Se encuentra estable, alerta, tranquilo, con parámetros normales de acuerdo a su patología y tratamiento medicamentoso que recibe”.
La medicina, en alerta
El diagnóstico pone en alerta a la medicina. De hecho, derechamente, escapa al ámbito de la deportiva y se instala más en el campo de la neurocirugía y de la neurología. En el deporte, eso sí, están los antecedentes más cercanos de la hoja clínica de Altamirano. Quienes han tenido la posibilidad de atenderle se sorprenden frente a una situación que difícilmente hubiesen imaginado. No solo en su caso. Consignan que la situación es muy extraña en un deportista de alto rendimiento.
“Primero que todo, me afecta porque lo conozco de la selección Sub 20. No tenía ningún antecedente de epilepsia o de estatus compulsivo. Probablemente sea el primero. Trombosis es una palabra intensa, fuerte, pero lo único que quiere decir que hay trombo en un vaso sanguíneo. Cuando están en una artería tiende a frenar el flujo, lo que altera la irrigación sanguínea y eso lo que produce la reacción. Pueden ser crónica o súbita, como en este caso”, explica Felipe Rojas, quien integró el staff médico de la ANFP y cuenta con una amplia experiencia en el ámbito del tratamiento de deportistas de alto rendimiento.
Lo siguiente es la preocupación por la evolución de Altamirano. “Conozco al doctor Montenegro, el médico de Estudiantes de La Plata, por lo que sé que le darán un buen tratamiento. Lo que hay que hacer, en rigor, es tratar de disminuir la probabilidad de un nuevo evento. Parar un tiempo hasta disolverlo farmacológicamente o ver la alternativa quirúrgica. Diluir el trombo. Eso es, en términos simples. Los plazos no se pueden establecer. Dependen de la ubicación, del tamaño y de cuál es la zona afectada o las secuelas sin sangrado. Pueden ser dos a tres meses, salvo que opten por el tema quirúrgico de entrada”, explica.
Eso sí, establece que el panorama es optimista respecto de la recuperación. “Por lo general, en otros órganos, no genera secuelas. Se vuelve al 100 por ciento en capacidad cardiovascular o motora. En el caso de la cabeza, lo que hacen algunos es jugar con cascos”, explica.
El neurocirujano Andrés Cancino coincide con esa visión. “Depende de la causa, de la extensión, de qué tan luego se empezó a tratar. Una de las causas de trombosis es un golpe, especialmente si no hay factores de riesgo. En hombres, más aún en jóvenes, es raro. Puede ser a causa de un traumatismo”, teoriza, eso sí, precisando que se deben tener a la vista todos los antecedentes específicos para emitir una opinión.
“Insisto en que hay que ver el caso específico, el tiempo en que se hizo el diagnóstico, la respuesta al tratamiento. Cada paciente responde distinto”, añade. También es cauto respecto del tiempo que demandará el retorno a las canchas. “Un mes recién es para ver cómo resultó el tratamiento”, establece.
“La palabra trombosis significa la coagulación de la sangre dentro de un vaso. A veces solidifica y eso produce una obstrucción en una arteria o una vena. En este caso es una vena. Entonces, lo que produce es una obstaculización del drenaje venoso. En el caso de la arteria deja de llegarle oxígeno a una parte del cerebro. Es como que se tape el desagüe, por graficarlo de algún modo. A veces la trombosis empieza a extenderse y a comprometer más venas y ahí la sangre no tiene por donde volver. Puede haber edemas, aumento de presión, daño severo o hasta mortal”, resume el profesional.
Aunque la vía quirúrgica es una opción en estos casos, Cancino sostiene que la más viable es el tratamiento con anticoagulantes. “Si fue algo menor, se trató a tiempo y logró recanalizarse la vena, puede volver a hacer su vida normal”, agrega, respecto de una reincorporación a las actividades deportivas.
Extrañeza
Humberto Verdugo, también de amplia experiencia en el ámbito de la medicina deportiva, refuerza esa convicción. “En las trombosis se coagula la sangre. En el cerebro, las venas no cambian de diámetro. Hay algunas graves y otras bien toleradas. Hay que entender por qué”, sostiene.
La evolución de Altamirano en las últimas horas le permite, en alguna medida, una proyección de tranquilidad. “Ya pasó el chaparrón. Ahora está en tratamiento. Puede ser por infecciones, alteraciones, tumores o que sea idiopático, que no se sabe la causa. Pero en el fondo eso les pasa a pacientes mayores. Las venas son las encargadas de llevarse de vuelta la sangre del cerebro al corazón. Puede llegar a ser mortal en algún momento. Por eso es clave saber la causa. Si es una cosa que se identifica rápido y se maneja con fármacos, podría volver rápido, pero no es una cosa que se aparezca en el día a día. Esto no sale en ningún manual de medicina deportiva. Es más para neurocirujanos o neurólogos. En 15 años, nunca vi un diagnóstico así en un futbolista”, sentencia.