“Nos llegó el gas pimienta y tuvimos que salir”: Jaime Valdés relata el bochorno sufrido en la Supercopa que lo dejó con prohibición de ir al Superclásico
Pajarito concurrió junto a su familia al choque entre los albos y Huachipato en el Estadio Nacional, que no pudo finalizar producto de los graves incidentes que se produjeron en el sector norte del coliseo ñuñoíno. Estar en este listado le costará perderse el partido que muchas veces protagonizó. El histórico volante alista detalles para su despedida del fútbol profesional.
Jaime Valdés está, por estos días, abocado a preparar su despedida del fútbol. El domingo 24, el exvolante emprenderá lo que, en función de su apodo, Pajarito ha denominado El Último Vuelo, su partido de despedida para el que las entradas están en venta a través de Puntoticket. Antes, eso sí, habrá otro evento que el ahora exmediocampista se perderá por obligación: el Superclásico del domingo, entre Colo Colo y Universidad de Chile. No es por falta de tiempo ni de ganas de asistir al encuentro que se disputará en el estadio Monumental.
El ahora exfutbolista es uno de los 12.820 hinchas albos a los que el fallo de la Primera Sala del Tribunal de Disciplina castigó con la inasistencia a los próximos cinco partidos del equipo popular como anfitriones. La medida fue justificada a El Deportivo por el presidente de la corte deportiva de primera instancia, Exequiel Segall. “Castigar a 12 mil es menos drástico que castigar a 40 mil. Si el tribunal no hubiera sancionado a los 12 mil, tendría que haber sancionado a jugar esos cinco partidos a puertas cerradas”, expresó el abogado. Por el contrario, la Garra Blanca respondió con nuevas amenazas.
Se rebela
Valdés se rebela a la sanción que, por cierto, le incluye, como a los miembros de su grupo familiar, entre los que se cuentan sus hijos, por el solo hecho de haber adquirido una localidad en el sector norte del Estadio Nacional. “Es súper lamentable. Obviamente, nadie se esperaba un castigo así. No sé cómo el Tribunal de Disciplina ha tomado una medida tan discriminatoria de castigar a 12.500 hinchas por 50 personas que reaccionaron a una situación de violencia. Lamentablemente, para mi familia y para mí, que teníamos pensado ir a ver el Superclásico, como todos los partidos de Colo Colo en el Monumental, no vamos a poder asistir”, manifiesta a El Deportivo. “Ojalá que la medida la puedan cambiar y que se pueda resolver de buena manera, porque, así como estamos nosotros, hay mucha gente de la galería que solamente va a alentar y ver el partido y sufrir este tipo de castigos es sumamente doloroso, porque es gente que sigue a Colo Colo a todos los partidos y no va a poder ir a uno de los partidos más importantes del año. Entonces, ojalá que se pueda solucionar lo antes posible”, añade, a modo de expresión de deseo.
Luego, describe los hechos desde la perspectiva que le ofrecía su ubicación en el recinto. “Yo, que estaba ahí, en galería, vi que los hinchas estaban, como en todos los partidos, colocando sus lienzos. Obviamente había muchos arriba de la reja y eso no está bien. Estaban acomodando los lienzos y todo y una vez que entró la seguridad privada y empezó a sacar algunos lienzos se empezó a formar toda la consecuencia que vino después. Al final, si no hubiesen intervenido ellos, no estoy diciendo que estuvo bien lo que hicieron los barristas, sino que ellos reaccionaron a una provocación de guardias de seguridad que les quitaron los lienzos. Eso fue lo que detonó todo lo que viene después. Obviamente que está súper mal, que no puede pasar y ojalá que no pase nunca más, pero eso fue lo que vi desde la galería. No vi más de 50 personas haciendo desórdenes, desarmes y creo que es injusto castigar a 12.500 personas cuando los desmanes los hicieron no más de 50″, sentencia. En esa postura, de hecho, coincide con Colo Colo.
Incertidumbre
El relato de Pajarito deriva, luego a las sensaciones. Descarta la del miedo. “No. Nosotros estábamos a casi 100 metros de donde estaban pasando los desórdenes y los enfrentamientos”, dice. Sin embargo, admite la de la decepción. “Queríamos que el partido siguiera y alentar, nada más que eso. Estábamos muy lejos de lo que estaba pasando entre barristas y guardias”, profundiza.
Luego justifica su presencia en un sitio poco habitual para figuras de su relevancia. “Mis dos hijos más chicos, que tienen 15 y 13 años, me decían siempre que querían ir a ver un partido a la galería. Obviamente, en el Monumental es mucho más difícil. Yo tomé la decisión de ir a ese sector en la Supercopa porque es mucho más grande, más amplio, e íbamos a estar bien lejos de la mayoría de los barristas. Por eso fuimos”, explica.
La aventura, si se quiere, partió de acuerdo a lo proyectado. “Lo estábamos pasando súper bien. La gente se acercaba con mucho respeto a pedir una foto y todo. Una vez que empezó el partido iba todo normal…”, añade.
La situación cambió abruptamente y, naturalmente, la reconstrucción de las escenas adquiere otro matiz. “Nunca tuvimos miedo, ni nada. Empezó a llegar el gas pimienta y tuvimos que salir, porque mis hijos no estaban aguantando. No es que siempre vaya a la barra. Tomamos la decisión porque ellos querían ir, estar con la barra, cantar y todo. Y me parecía el partido ideal. En el Nacional, estadio grande, un partido en que íbamos a poder estar tranquilos. No tuvimos problemas con la gente. Se portaron súper bien, fueron súper respetuosos, pero lamentablemente se vio empañado todo por esos enfrentamientos”, sostiene.
En ese plano, aboga por una solución integral. “En todo el mundo existe el mismo problema. Es algo difícil de controlar. Países más avanzados, con mucha más tecnología, la controlan mucho más, pero se les escapan dos o tres veces estas cosas, que se enfrentan por cosas pequeñas la seguridad privada con barristas. Soy de la idea de poder establecer un diálogo. Sé que no se puede, que hay una ley que no permite tener acercamiento con las barras, pero ese no es el camino. Debería haber un diálogo para solucionar el problema. Si no sabes lo que quieren o lo que piensan, es muy difícil poder imponer reglas con las que la gente de la barra no va a estar de acuerdo. Con diálogo y consenso será más fácil. Es mi pensamiento, pero no sé la realidad. Quizás sería bueno”, postula.
Su condición de propietario de Deportes Linares, que compite en la Segunda División, le abona autoridad y alguna experiencia en ese sentido. “En Linares tenemos gente muy fanática y también una barra brava. En algunos partidos del año pasado fuimos sancionados con partidos de visita. Esperemos que este año se puedan comportar de mejor manera y cumplir con los requisitos de Estadio Seguro para no tener los problemas. Me gusta la barra, que apoyen, pero hay que estar atentos al comportamiento, porque así lo piden las autoridades”, concluye.
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