Rafael Nadal se preparó intensamente para disputar sus últimos Juegos Olímpicos. Con dos medallas de oro en sus espaldas (singles en Beijing 2008 y dobles en Río 2026), el manacorí salió en busca de un nuevo desafío en su última competición oficial con España.
Coincidentemente, el destino lo enfrentó en la segunda ronda de París 2024 con uno de los máximos adversarios que ha tenido en su carrera: Novak Djokovic. Fue el duelo número 60 en su rivalidad.
El certamen no ha tenido el curso ideal para el tenista hispano de 38 años. Llegó a la capital francesa con problemas físicos tras llegar a la final del ATP de Bastad e instantáneamente surgieron las dudas, sobre todo en torno a su participación en singles. Su foco parecía estar en el dobles junto a Carlos Alcaraz.
En su estreno en París, Nadal superó al húngaro Marton Fucsovics, por parciales de 6-1, 4-6 y 6-4, en un partido agotador, que duró cerca de dos horas y media. En contraste de Nole, que arrolló al australiano Matthew Ebden por 6-0 y 6-1, en solo 54 minutos.
El serbio, que está en busca de la medalla de oro, el único éxito que le falta en su laureado palmarés, cuestionó la decisión de incluir doblistas tras la baja de distintos singlistas. “Espero que la ITF junto a los Juegos Olímpicos consideren cambiar esta regla. Había muchos jugadores individuales del top 100 que tenían mucho tiempo, que eran suplentes y que podrían haber sido convocados para venir”, aseguró Djokovic, que jugó un día antes que el manacorí (sábado uno y domingo el otro).
Nole, arrollador
La incertidumbre en torno al zurdo estaba latente. “Rafa ha sufrido un pequeño contratiempo y lo que procedía era descansar. No puedo asegurar nada, hay que esperar”, aseguró Carlos Moyá, capitán del equipo español, en la previa del partido con Nole. Finalmente, el español jugó con lo que tuvo, pero no le alcanzó.
El contexto entre Nadal y Djokovic fue totalmente distinto. Mientras uno disputó una final días antes de debutar en París, el otro no jugaba hacía casi dos semanas, cuando perdió la final de Wimbledon precisamente ante Alcaraz. A esto se le suma el contraste en sus respectivos estrenos, las dudas físicas del español y la posibilidad de bajarse de la competencia para enfocarse en el dobles.
Todo el contexto terminó pasándole la cuenta a Nadal, a pesar de afrontar con valentía el duelo ante el serbio, que ya había decidido bajarse de la competencia en parejas para centrarse en su objetivo. Ya conocía del desgaste que le terminó pasando la cuenta en Tokio.
Nole no tuvo mayores problemas para imponerse. Le propinó un cómodo 6-1 y 6-4, marcado por la diferencia física y el envalentonamiento del español en el final.
Djokovic tuvo un primer set avasallador, no le dio oportunidad alguna a un Nadal que se vio ampliamente superado. La frustración era notoria, pero no dejó de pelear. El inicio del segundo lapso parecía ser similar. Llegó a estar 4-1 a favor, pero el zurdo algo tenía que decir todavía.
Los años pasan y él lo comprende. No lo cuestiona, lo abraza. Con un público volcado absolutamente con él, logró quebrar en dos oportunidades e igualar las acciones. Comenzó a ser un espectáculo, donde los más emotivos se ilusionaron con un set hacia el español. No obstante, la lucha terminó sin ser suficiente y el serbio se quedó con el triunfo.
Ahora, Djokovic irá en busca del oro individual, mientras que Nadal hará lo propio junto a Alcaraz en el dobles.