El escándalo está desatado. Promete ser el más grave los Juegos Olímpicos que se desarrollan en París. El combate entre la italiana Angela Carini y la argelina Imane Khelif, por la categoría welter, duró apenas 47 segundos. La europea determinó retirarse del ring. Acusó daño en la nariz.
La discusión no tardó en instalarse. Hubo quienes repararon en que los golpes que había recibido la peninsular no justificaban la determinación de salir de la pelea. Sin embargo, el elemento más fuerte se centró en un aspecto que Khelif ya había tenido que afrontar a nivel oficial: los cuestionamientos sobre su genero. De hecho, se reflotó de inmediato que la africana había arrojado cromosomas masculinos y un alto nivel de testosterona en un estudio realizado por la Asociación Internacional de Boxeo.
El testimonio de la italiana
Carini graficó por qué terminó abandonando el cuadrilátero. “Nunca en mi vida me habían golpeado tan fuerte”, declaró después de lo que puede considerarse como una frustrada pelea. “Depende del Comité Olímpico Internacional juzgar”, añade, respecto de las decisiones que le atribuye a la entidad que rige a los Juegos, en relación a la ganadora del combate.
“Me dolió muchísimo”, agregó la europea, en relación a las consecuencias que le produjeron los golpes de Khelif que, en definitiva, la obligaron a abandonar la disputa.
“No podía continuar. Me dolía mucho la nariz y dije: ‘Para’. Es mejor no seguir. Mi nariz empezó a gotear desde el primer golpe”, complementó la púgil italiana, reforzando la idea de la inconveniencia de mantenerse en el escenario. Carini reveló que no le es inusual enfrentarse con varones. “Entreno con mi hermano. Siempre he luchado contra hombres, pero hoy he sentido demasiado dolor”, insistió.
Reacciones variadas
El mundo entero recoge, a esta hora, las alternativas del singular combate. Antes, de hecho, ya había controversia. La ministra de Familia, Natalidad e Igualdad de Oportunidades de Italia, Eugenia Roccella, había manifestado una “gran preocupación” por la participación en la disciplina de “dos transexuales, hombres que se identifican como mujeres y que, en cambio, en las últimas competiciones habían sido excluidos”.
“Es sorprendente que no existan criterios ciertos, estrictos y uniformes internacionales, y que precisamente en los Juegos Olímpicos, un acontecimiento que simboliza la equidad deportiva, se pueda sospechar, y mucho más que sospechar, una competencia desigual e incluso potencialmente arriesgada para uno de los contendientes”, había sostenido la autoridad, en un abierto cuestionamiento a los criterios que empleó el Comité Olímpico Internacional para autorizar la participación de Khelif.