“Una parte de la mesa ha sido obstruccionista desde que yo volví a la mesa, el 30 de abril de 2019. Desde ese mismo momento empezaron las obstrucciones. Ellos no tienen una condición deportiva o institucional como para presentarla. Lo que yo propongo siempre lo votan en contra”. Con esas palabras, Aníbal Mosa calificó el martes la petición de renuncia que le hizo el bloque opositor, desnudando la guerra intestina que ambos bandos sostienen largamente.
La respuesta de los aludidos no tardó en llegar. El abogado Carlos Cortés se defiende. “La semana pasada señaló Mosa que la toma de decisiones había sido prácticamente unánime en todos los casos. Hoy dice que somos obstruccionistas. Claramente hay una contradicción evidente. Hay una bipolaridad cierta”, señala a eldeportivo. Y añade: “Él tiene mayoría en el directorio, por lo tanto, se hace lo que él quiere. Apoyado por el Club Social hasta el día de ayer. Si se hace lo que él quiere, la minoría no tiene la capacidad de obstruir. Nuevamente, una descalificación para tratar de justificar su pésima gestión, tanto deportiva como económica”.
Pero la historia tiene larga data. Hace un poco más de 10 años, en diciembre de 2010, Aníbal Mosa compró por primera vez acciones de Blanco y Negro. Adquirió el 11,06% de los papeles de la sociedad. Sin embargo, seguía siendo minoría en una mesa controlada por el vialismo. Al sentir que su opinión no era tomada en cuenta, el comerciante sirio -como él pide que lo llamen-, se hizo de un 9,5% adicional en julio de 2011. Esos títulos los adquirió del Presidente Sebastián Piñera, cuando liquidó su participación en la concesionaria.
Con mayor participación, el actual timonel albo intentó postular a la presidencia, pero no tuvo éxito. Luego, pensó que podía que liderar la Comisión de Fútbol, pero al final ese rol fue para Andrés Vicuña y terminó peleado con Hernán Levy, el mandamás de ese entonces. Ya ahí, comienzan a surgir los primeros antecedentes de las profundas diferencias que hoy tiene a Colo Colo sumido en una de sus peores crisis de la historia.
En 2012, el puertomontino se convirtió en el máximo accionista individual de la compañía para por fin tener el poder que tanto buscó. Sin embargo, solo en 2015 lograría asumir la testera de la compañía. En ese periodo, se convirtió en un detractor de la gestión de Arturo Salah, la figura de consenso que había sido aprobada por unanimidad y que él mismo había apoyado con entusiasmo para liderar la sociedad anónima en 2013.
Durante la gestión de Mosa, los albos consiguieron varios éxitos deportivos. No obstante, durante sus tres años, los números fueron rojos. En 2015, las pérdidas fueron de $ 2 mil millones, mientras que al año siguiente fueron de $ 1.200 millones, mientras que en 2017, la cifra se disparó a más de $ 3 mil millones. Esa fue una de las motivaciones del ala vialista, que propició el regreso de Gabriel Ruiz Tagle, quien también adquirió numerosos bonos de los accionistas minoritarios. Ese sorpresivo cambio le permitió a la oposición sumar una mayoría amplia, que le permitió no depender del Club Social y Deportivo Colo Colo para elegir al ex ministro del Deporte como nuevo timonel. La guerra estaba declarada.
Desde ese día, Mosa se juramentó regresar al poder. Poco a poco fue adquiriendo accionistas, las que le permitieron recuperar la presidencia en la Junta de abril de 2019. Entremedio, se enfrascó en una pelea mediática con Ruiz Tagle, que terminó con querellas por injurias y calumnias. Además, ambos dirigentes fueron sancionados por la Comisión para el Mercado Financiero con millonarias multas por por infracciones vinculadas con abstención y uso de información privilegiada.
Para su regreso a la presidencia, el puertomontino no lo haría solo. Sorprendió fichando a Harold Mayne-Nicholls, a quien puso como vicepresidente ejecutivo, a cambio de un sueldo millonario, lo que generó la irritación del bloque opositor, que ahora estaba compuesto por Alfredo Stöhwing, Carlos Cortés, Ángel Maulén y Diego González, los que no estuvieron de acuerdo con las atribuciones del extimonel de la ANFP y terminaron acotando su salario a la mitad. E, incluso, al año siguiente, no le renovaron las facultades ejecutivas, por lo que quedó sin sueldo. Fue ahí donde Mosa ideó que el periodista saliera del directorio de la Inmobiliaria Estadio Colo Colo y se convirtiera en un asesor externo y pagado de la misma, lo que gatilló la renuncia de Stöhwing a esa mesa, encargada de velar por los avances del Monumental.
En enero del año pasado y tras alcanzar la Copa Chile se alcanzó una tregua. Incluso, los asesores del presidente hablaban de que “nunca se había visto una unidad así en los últimos años”. Y el mismo mandamás se animó a decir una frase, que al día de hoy suena muy contradictoria: “Tenemos un directorio unido, comprometido, activo en todas las áreas. Todos los directores están al tanto de las contrataciones y movimientos que se hacen, no solo en la parte de fútbol. Yo creo que el momento institucional de unidad es el más importante desde que existe la concesionaria”.
Sin embargo, las diferencias no tardaron en reflotar. Una de las diferencias más notorias fue el rechazo a la propuesta oficialista de pagarle a un grupo de jugadores por derechos de imagen y cuota de pase. “Entregar $ 550 millones a seis jugadores, de un plantel de veintitantos, cuatro de los cuales terminan contrato este año, nos parece muy equivocado por la repercusión muy negativa en el plantel, dentro del camarín, tal como está sucediendo”, argumentó Stöhwing en agosto del año pasado. El empresario opositor también alegó que todas las votaciones se definían por 5-4, debido al apoyo del Club Social en la mayoría de las iniciativas.
Por otra parte, las críticas del vialismo nuevamente se centraron en las pérdidas económicas, que hasta el tercer trimestre del año pasado, alcanzaban los $ 1.575 millones. Asimismo, se sumó la mala campaña que terminó con el Cacique jugando un inédito partido por la permanencia hizo que ese sector, en un hecho inédito, le pidiera la renuncia al presidente y a su vicepresidente.
En tanto, la corporación anunció a Marcelo Barticciotto como su candidato a la presidencia de la concesionaria, como una figura de consenso. Sin embargo, para que esto suceda, deberán conseguir los votos de los demás directores, algo que parece una absoluta incógnita, pues no se puede descartar ningún tipo de alianza en los próximos 45 días.