Apenas desde Estados Unidos llegó la triste noticia del deceso de Mou Jadama, Colo Colo y quienes coincidieron con el zaguero central no tardaron en expresar su dolor. A los 31 años, un accidente automovilístico le costó la vida al defensor, quien en Chile militó en las inferiores de la U antes de pasar al Cacique y quien también defendió a Coquimbo Unido antes de regresar al país que le acogió cuando llegó desde Gambia.

Los recuerdos afloraron instantáneamente. Por estas horas, no hay quien no recuerde con especial afecto al central. Su personalidad, la cercanía que cultivó con sus pares y una que otra anécdota matizan un momento complicado para quienes le tuvieron cerca.

La huella que dejó Mou Jadama en el camarín de Colo Colo

El oriundo de Serekunda llegó a Colo Colo en agosto de 2013, después de ser desafectado por Universidad de Chile. A los albos le llevó Juan Gutiérrez, precisamente quien le había captado para las divisiones inferiores azules. En el Cacique, Jadama se hizo querer, pese a que, por su personalidad y la barrera idiomática, tampoco se trataba de una persona especialmente extrovertida.

Ignacio González, hoy arquero de Everton, fue quien alertó de su deceso. Lo hizo a través de un posteo en las redes sociales. Con Jadama mantenían una relación de amistad que había sobrevivido a la distancia que fue marcando el devenir de sus carreras futbolísticas. “Él llega cuando Colo Colo tenía una filial. Tuvimos hartos viajes. Con Juan Delgado éramos vecinos y lo tratamos de incluir. Primero donde tenía que vivir y, luego, unirlo al grupo de amigos que teníamos. Compartíamos en asados”, evoca.

El consejo de Jadama en un penal que Ignacio González no olvida.

Luego, enfatiza en las dificultades que Jadama tuvo que vencer para llegar a cumplir el sueño de ser futbolista profesional. “Mou tenía una historia de vida muy complicada. A él lo adoptó una familia en Estados Unidos, pero siempre trataba de ayudar a su familia biológica. Era un cabro alegre. Nos dejó a todos choqueados lo que pasó”, explica.

El anecdotario entre ambos consigna una situación especial que González incluso tiene debidamente documentada. “En enero de 2015 jugamos un amistoso con Wanderers, en Playa Ancha. Ese partido lo transmitieron por televisión. Nos fuimos a penales. En uno de los lanzamiento me dijo que me tirara para un lado y terminé atajándolo. Tiene esas cosas el fútbol, que no se olvidan”, resalta.

Entre apoyo y traducción

Felipe Flores ya integraba el grupo de los consolidados en el Cacique cuando Jadama irrumpió como una promesa. Igualmente, trató de colaborar en su adaptación al primer equipo. “Era de una personalidad bien tranquila, bien callado, pero más que nada porque no conocía mucho el idioma”, explica el actual jugador de Deportes Limache.

El central, igualmente, se las ingeniaba para mantenerse conectado con sus compañeros. “Al que ocupaba de traductor era a Jean Beausejour, porque manejaba el inglés. Después, ya entendía todo”, recuerda.

Como Nacho González, Flores destaca las cualidades de Jadama. “Era súper profesional, un defensa fuerte. Le gustaba ir al gimnasio. De a poco se fue ganando la oportunidad, porque entrenaba muy bien. No compartí mucho con él, porque me fui a México, pero tengo un buen recuerdo suyo. Después ya entendía el idioma y podíamos establecer alguna conversación. Se reía mucho”, rememora, junto con lamentar el triste final que tuvo su compañero.

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