Si alguien se estremeció con la final del balonmano en el Polideportivo de la Videna, ese fue Marco Oneto (en la imagen inferior, en el triunfo sobre Estados Unidos). El jugador más experimentado de la selección chilena (37 años) había anunciado que el juego ante Argentina sería el último de su carrera. La derrota por 27-31 le dolió más que a nadie, porque razones tenía para que la jornada de este lunes en Lima fuera algo especial.
"Ahora mismo no puedo pensar en nada más. Hoy ha sido un día muy complicado para mí; no solo esto, porque hoy es el primer aniversario de la muerte de mi padre y no es como quería terminar. Ahora mismo tengo la cabeza en otro lado", dijo el viñamarino. "Ha sido la tónica de este año. lamentablemente hemos tenido situaciones muy complicadas en la familia y créeme que duele muchísimo", matizó.
El pívot que tuvo pasos por España, Alemania, Hungría, Polonia, Portugal e Italia, antes de retirarse del balonmano de clubes, sollozó incluso mientras expresaba sus sentimientos luego de tan duro tránsito. "Por supuesto que esta final es un premio para el esfuerzo familiar, porque lo hemos pasado muy mal con la muerte de mi padre y con lo que siguió después. A pesar de la derrota de ahora, me siento afortunado luego de siete meses en una granja, sin poder entrenar, con las rodillas a la miseria, preocupados todos de todas las mierdas que hemos pasado. Les doy gracias a mi mujer, a mis hijos, a mis amigos, que son quienes han aguantado todo y me ha permitido estar acá", dijo el jugador que se retiró el año pasado, realizando un esfuerzo excepcional para volver a jugar por la Roja.
"Yo siempre intentaré hacer todo lo que pueda hacer con la Selección. Desde que me retiré del profesionalismo, en 2018, siempre ésta fue mi meta. Quería llevarme el oro, despedirme con el oro y ahora no lo sé. Para mí estos se acaba hoy, pero no puedo hacer planes; cada vez que he hecho planes, mi vida ha cambiado de rumbo", cerró.