Quejas a hurtadillas, en voz baja, bajo la fórmula del cuéntalo tú mejor, anda. Pero ninguna de las personas, casi todas azules, que dicen que el arrebato de Beausejour se debió a unos insultos racistas proferidos por Orión (y que pueden adivinarse en una arriesgada lectura de los labios del arquero), se atreve a denunciarlo en público. El famoso código del futbolista, lo que ocurre en la cancha se queda en la cancha, que ampara a los infractores, obliga al silencio de la gente de la pelota.

La U se mueve por detrás, quiere que alguna televisión desnude el episodio con imágenes. Pero a la vista, calla. La ANFP susurra que está analizando el incidente, pero duda si actuar de oficio, e invita al club a que eleve una denuncia. Lo que es seguro es que no existe audio disponible del suceso. Consultado en La Serena sobre el asunto, Arturo Salah fue parco: "Lo único que digo es que todo tipo se discriminación es muy negativa para nosotros y, de hecho, hemos sido víctima de eso. Esperemos que lleguemos a buen puerto".

El juez del partido, Roberto Tobar, no vio nada extraño. Estaba al lado de los hechos, pero no actuó sobre la cancha. Y en su informe arbitral posterior, desvelado ayer, no incluye infracción alguna al respecto. ¿Incidencias? "No hubo", redacta.

La FIFA cubre a los que tienen ganas de pelear por el incidente. Persigue desde hace 17 años cualquier acto que "humille, discrimine o ultraje a otras personas de forma que suponga un atentado a la dignidad humana por razón de raza, color, idioma, religión u origen étnico". El código disciplinario rige para todos los partidos y ha endurecido las penas.

Beausejour lo dejó claro. No quiere victimizarse. Se ve tan culpable de lo que hizo él mismo, que no va a desviar la mirada hacia el rival. No va a delatar nada. No va a filtrar nunca ese tipo de cosas. Y ante la insistencia, dice que no escuchó nada.

Es el silencio habitual. Buonanotte, por ejemplo, sí se atrevió a airear los insultos de mal gusto ("asesino, mataste a tus amigos") que le había proferido Pavez en un duelo por Copa Chile. El entonces colocolino no fue sancionado. Y el cruzado se llevó el reproche de buena parte de su gremio. El árbitro no lo consignó en el informe. También era Tobar.