Con la vuelta al público a Melbourne Park, los aplausos se sintieron a destajo en la Rod Laver Arena. Los partidos así lo merecían. Tras dos encuentros de altísimo nivel, ya se conoce a las finalistas del cuadro femenino del Abierto de Australia: Naomi Osaka (3°) y Jennifer Brady (24°). La primera pisoteó a Serena Williams (11°), y la segunda tuvo que luchar de sobremanera para vencer a Karolina Muchova (27).
El partido que sin duda acaparaba la atención era el de Osaka y Williams. Por legado, historia y presente, el duelo entre la japonesa y la norteamericana podía entenderse como una postal más, de un enfrentamiento entre fuerzas antagónicas. El pasado y el futuro. La juventud contra la experiencia. La serenidad de la nipona (23 años) contra el descontrol de Serena (39). Y el encuentro no defraudó.
Osaka comenzó temerosa y rápidamente quedó 0-2. Serena disfrutaba, pero esa felicidad se evaporó casi al instante. La japonesa comenzó a jugar con valentía y revirtió la situación. Explosiva con las piernas y el brazo, mentalmente tranquila. Williams en cambio, sucumbía ante la presión propia de los paleteos. Buscaba las líneas con fuerza, para luego no quedar desplazada en la cancha. Pero con eso solo sumó errores no forzados.
La número tres del mundo, llegó a ponerse 5-2. El partido era otro, y ambas tenistas lo sabían. Serena resistió un juego exclusivamente con su servicio y cortó la racha, pero el set ya estaba firmado. Osaka no falló en el juego siguiente y finiquitó el 6-3.
Ya en el segundo parcial, el juego siguió demostrando a una Serena irritable. Forzada al limite, para no quedar atrás frente a la velocidad de Osaka, la ganadora de 23 títulos de Grand Slam no podía ocultar su malestar. Gritó, se criticó y por sobre todo, falló. Eso produce la japonesa cuando juega su mejor tenis.
Serena que siempre estuvo por debajo del marcador, logró igualar las cosas en el 3-4. Osaka jugó su peor juego en el partido, y Williams no lo desaprovechó. Para su desgracia, Naomi le respondería inmediatamente y le rompería el servicio con tres tiros ganadores de revés. Una barbaridad. Después de ese derroche de calidad, poco había por hacer.
Con esta victoria por 6-3 y 6-4, Osaka alcanza su cuarta final de Grand Slam. Siempre que ha llegado al partido por el título, ha levantando el trofeo. Espera que el sábado la tradición continúe. Serena por su parte deja la Rod Laver entre aplausos. Con 39 años se sigue mostrando competitiva y con ganas de más. La frustración de nuevamente no poder alcanzar el 24 eso sí, es evidente. Sabe que cada grande que pasa, son menos las posibilidades de poder igualar el récord de Margaret Court.
La rival de Osaka será otra estadounidense. Una mucho más joven. Jennifer Brady, de 25 años. La chica de Pensilvania ha entregado la mejor actuación de su carrera en un Grand Slam y no quiere despertar del sueño.
En semifinales enfrentó a una siempre complicada, Karolina Muchova y pasó la prueba con honores. 6-4, 3-6 y 6-4, para abrochar su primera final en Australia. Pese a que asoma como sorpresa, y que el cartel de favorita es para Osaka, Brady buscará la hazaña en el Melbourne. Ha tenido unas semanas de ensueño y a veces los sueños se hacen realidad, para eso tiene que enfrentar a la, hasta ahora, jugadora invencible en finales. El partido de definición se juega en la madrugada del sábado.