No habrá copa ni luces. Ni siquiera público. Aún así, el partido entre Colo Colo y Coquimbo Unido paralizará al país. Albos y piratas disputarán este sábado un duelo clave para la permanencia. Será otra final del mundo, o del barro, sin margen para las equivocaciones. Un choque de vida o muerte en el marco de un certamen que intenta ponerse al día, pero que para ellos deja a varias sus escuadras de repente sin actividad por tres semanas. Al menos. Una rareza que cuesta justificar.
Las escuadras de Gustavo Quinteros y Juan José Ribera están separadas por tres puntos. Los nortinos son los colistas, y quienes ahora caerían a Primera B, pero han disputado tres partidos menos que el Cacique. Estas semanas, precisamente, las ocuparán para ponerse al día después de caer en las semifinales de la Copa Sudamericana frente a Defensa y Justicia, un golpe que dicen haber superado. “Sí, fue duro. Después del partido estábamos muy tristes. Tenemos que rescatar lo bueno que hicimos. Seguro que nos va a servir. El partido contra Colo Colo lo tomaremos como una final”, advierte el defensor Benjamín Vidal.
Hoy, en cambio, la concentración está puesta en quedarse en Primera. “Estamos enfocados en nosotros, independientemente del rival, que en este caso es Colo Colo. Ambos tenemos la misma presión. Hay que reconocer el momento. Estamos peleando abajo y por lo mismo está ese morbo. La presión está en todos los partidos. De rendir bien, de hacerlo bien. Siempre va a estar. Si se trabajara sin ella no se le sacaría lo mejor a cada jugador”, añade ex defensor cruzado.
La jornada sabatina contempla también el enfrentamiento entre Cobresal y La Calera. Mañana habrá otros dos encuentros. Y así sucesivamente hasta el 4 de febrero cuando, teóricamente, el torneo quedará al día.
En el intertanto, Universidad de Concepción, Wanderers, Everton, Huachipato, Audax Italiano y Antofagasta, todos con 31 partidos ya disputados, mirarán a distancia lo que suceda con sus rivales. El Campanil, de hecho, tiene razones poderosas para inquietarse, pues ocupa el penúltimo puesto de la tabla ponderada, por lo que jugaría la definición por la permanencia contra quien ocupe el mismo puesto en la tabla general (hoy, Iquique).
Para todos, en principio, es una oportunidad para recobrar energías. Los cuerpos técnicos concedieron algunos días libres para que sus jugadores pudieran recuperarse de un calendario que ha ofrecido pocas pausas, entre partidos y viajes. Y, luego, aprovecharán para ajustar detalles, recuperar a los lesionados e, idealmente, organizar algún partido amistoso. Pero estas interrupciones a menudo también se pagan. Desconectan el físico y la mente. ¿Ventaja? No está claro. “Vamos a hacer un trabajo de mantención, porque nos quedan tres partidos”, dice Marcelo Oyarzún, preparador físico de Wanderers. Eso sí, el profesional alza la voz por la desprolijidad en la programación: “No sabemos cuándo jugamos y qué pasará después del 15 de febrero, con la Copa Chile. Así, es imposible planificar. Si supiera que habrá dos semanas de vacaciones, sería distinto, pero no hay certeza de eso tampoco”.