Colo Colo dio un paso clave para completar su objetivo de ser campeones este 2021. Fue una jornada épica, en donde dieron vuelta un partido complejo y bravo. Allí aparecieron Solari y Parraguez. Uno anotó el tanto que le devolvió la vida al equipo albo y el otro desató la locura cuando solo quedaban segundos de juego. Fueron la salvación del popular.
Pablo Solari se está acostumbrando a ser importante en las jornadas claves de Colo Colo. Salvó a los albos del descenso y seis meses después les dio la Copa Chile en esa misma cancha. Ahora en un partido vital, frente al tricampeón del fútbol chileno, volvió a mostrar esa chapa de jugador especial. Peleó sin éxito durante grandes tramos del partido, mordiendo el polvo, abrumado por una defensa que no le daba respiro y que no lo dejaba brillar. Pero no se detuvo, siguió y volvió torcerle la mano a la UC.
En el 74′ vio que la pelota le llegaba cuando estaba en la esquina del área. No dudó y conectó un tiro potente al primer palo. Cerró los ojos y solo despertó cuando el estadio explotó. Fue un 1-1 que despertó al equipo de Quinteros y que provocó que el apellido Solari volviese a ser coreado en el Monumental.
Javier Parraguez por su parte fue el héroe de la tarde. Ha tenido un año de poco fútbol, donde ha tenido que aprender a convivir en un rol secundario, casi invisible, en donde la salida más fácil pudo haber sido buscar otro equipo para luchar por un puesto de titular. Pero su amor por el club lo hizo quedarse. Una entrega que tuvo recompensa. Entró en el 73′ como un último intento de dar vuelta el partido y peleó durante todos esos minutos.
Y fue en la última jugada donde acaparó todas las portadas. Agradeció el gran pase de Cruz y definió como en sus mejores tiempos, sin titubear. Cuando comenzó la corrida de su celebración miró al cielo y pensó en todas las veces que lo pasó mal durante estos meses. Cada vez que se quedó sin sumar minutos, cada vez que escuchó que a Colo Colo le faltaba otro nueve. Cuando sus compañeros lo abrazaron y celebró frente a un estadio rendido a su nombre, entendió que quedarse fue lo mejor que pudo haber hecho. Que su lugar era estar ahí.