No hay sorpresas ni misterios. Si los chilenos corren, la meta natural de la mayoría de ellos estará puesta en el Maratón de Santiago. En más de una década de vida, el EMDS ha crecido de forma brutal, transformándose en la prueba reina del fondismo nacional. De hecho, desde su primera edición, en 2007, hasta ahora, el aumento en sus inscritos ha sido explosivo, más de cuatro veces a lo registrado en su primera versión (ver infografía abajo).
Sus propios organizadores se sorprenden al mirar cómo todo ha madurado. "Recuerdo que nosotros trabajábamos principalmente con eventos de fútbol, pero Adidas nos encargó armar un maratón, lo que para nosotros era un desafío absolutamente nuevo. Como no teníamos parámetros, salimos a mirar cómo se hacían en el mundo. Ahora que lo pienso, no sé cómo todo resultó bien aquella primera ocasión", confiesa Francisco Riquelme, director de la carrera y miembro de Prokart, la productora que siempre ha estado detrás del evento.
Pasaron los años y la carrera, naturalmente, comenzó a ascender en todos sus estándares. El fenómeno running, junto a la amplia publicidad que la prueba recibió, sirvieron para sumar a miles año a año. El año 2012 fue clave, siendo aquella edición donde la carrera dio el gran salto, pasando a portar la medalla de bronce que la IAAF entrega a las pruebas de calle. "Podría incluso ser más, para mí es una carrera fantástica, por los servicios que entrega", asegura Paco Borao, presidente de la Asociación Internacional de Maratones y Carreras de Larga Distancia (AIMS, por sus siglas en inglés).
Su buena organización lo ha elevado entre los más connotados eventos del pedestrismo sudamericano. Sus espejos naturales son el Maratón de Buenos Aires y el de Río de Janeiro, que el año pasado contaron con 10.418 y 32.000 participantes, respectivamente (en Argentina sólo se corren los 42 kilómetros).
Aunque aún está a un nivel muy por debajo de los maratones más importantes del mundo, un dato no menor es que en Santiago, pese a contar con un circuito mucho más difícil que el de Buenos Aires o Río, por su dura altimetría, el promedio de tiempo en que los corredores terminan es mucho más veloz. Según datos del sitio especializado marathonranking.com, de las tres, la chilena fue la más rápida el año pasado, llegando a las cuatro horas 10 minutos y 31 segundos en la media; en Argentina, fue de 4h 12'51", y en Brasil de 4h 32'28". Desde 2015 que el tiempo a ido en disminución.
Ahora, sus organizadores apuestan a tres cosas. "Queremos seguir batiendo el récord en los 42 kilómetros, aumentar los inscritos en esa distancia y mejorar los servicios para los 21 kilómetros", aseguran en Prokart. Los desafíos para Santiago son claros, una carrera que madura año a año y suma a más corredores.