El Superclásico entre Boca Juniors y River Plate, los equipos que protagonizarán la final de la Copa Libertadores, se disputa con la mayor intensidad. Regularmente, también, se trata de partidos disputados al filo del reglamento. Y hay casos, también en los que la norma se sobrepasa con largueza.
La historia del enfrentamiento contiene innumerables patadas y agresiones. Sin embargo, la gravedad de algunas las convierte en inolvidable. Es el caso, por ejemplo, de la que perpetró Roberto Passucci en contra de Óscar Ruggeri, en el choque que ambas escuadras protagonizaron el 27 de octubre de 1985. La incidencia se recuerda como la falta más grave en las historia de los enfrentamientos.
La historia parte el año anterior. Ruggeri y Ricardo Gareca eran los cabecillas de un grupo que impulsaba una huelga en el plantel de Boca Juniors. Pasucci integraba el grupo de los que querían evitar la movilización. El Cabezón y el Tigre terminaron marchándose... a River Plate. ""Lo tomé como una traición, una falta de respeto por cómo se habían dado las cosas. Si él se hubiese ido a otro club, yo nunca le hubiese pegado. Era mi forma de hacer justicia", dijo hace un tiempo un Passuci que estaba lejos de arrepentirse.
La Copa Libertadores de 2004 deja otro de esos recuerdos imborrables. En la mente de quienes lo presenciaron y en la parte del cuerpo que recibió la agresión. Tristemente célebre es, por ejemplo, el planchazo de Ariel Garcé en contra del colombiano Fabián Vargas en la semifinal de ese año en el torneo continental.
En 1992, en tanto, Sergio Berti le dejó un particular recuerdo al paraguayo Roberto Cabañas. Como en la jugada anteriormente descrita, los tapones del infractor quedaron estampados en la pierna de la víctima.
Un recuerdo más reciente es el ataque de Juan Krupoviesa a Daniel Montenegro, en 2006: una patada voladora al mejor estilo de la lucha libre fue el repudiable método para cortar un avance franco hacia el arco.
El recuento lo cierra un ilustre: Daniel Passarella. Hay que decir, eso sí, que esta vez el Kaiser se transforma en el villano de la historia, pues detiene con un codazo en pleno rostro una carga de Alfredo Graciani,
El mismo Graciani pasa a ser el agresor en la liguilla 1988-89. El delantero protagonizaba un áspero duelo con José Serrizuela y lo zanjó de la peor forma: un puñetazo en pleno rostro del delantero.
Otro encontrón tuvo como protagonista al actual técnico de River, Marcelo Gallardo. En la semifinal de la Libertadores de 2004, Alfredo Cascini hizo todo lo que estuvo a su alcance, según su propia confesión, para sacar de sus casillas al Muñeco. Y lo consiguió. Gallardo respondió con un cabezazo una provocación de su rival. A partir de ahí, todo lo que vino fue un escándalo. El actual entrenador millonario terminó agrediendo con un arañazo a Roberto Abbondanzieri, en la escena más recordada del enfrentamiento.