La Roma entró a jugar la final de la Europa League con una actitud diferente. Los dirigidos por José Mourinho, en la primera parte, se estaban imponiendo en los duelos de la mitad de la cancha ante el Sevilla. Y encontraron premio gracias a Paulo Dybala.
Tras una desconcentración de los mediocampistas españoles, que se quedaron pidiendo una infracción, el central Gianluca Mancini se vistió de habilitador y filtró un peligroso pase en profundidad al área del cuadro sevillano para La Joya Dybala, quien definió cruzado con eficacia.
El banquillo del conjunto italiano corrió a abrazar al campeón del mundo con Argentina, mientras que Mou, en su estilo, lo celebró y luego, serio, comenzó a repartir instrucciones. La Roma golpeó primero en la gran final.