Pedro Martínez alzó en Santiago su primer trofeo como profesional. Lo hizo luchando y remando desde atrás, casi replicando su actuar ante Tabilo en semifinales. En concreto terminó gritando campeón tras superar por 4-6, 6-4 y 6-4 al argentino Sebastián Báez.
Y es que el partido estuvo lleno de similitudes con lo vivido en la noche del sábado. No solo porque Martínez comenzó perdiendo, sino porque sus momentos en el encuentro fueron similares. En el arranque superado tenísticamente, luego superado por sus emociones. De hecho, la conclusión del primer set entregaba la sensación de que todo estaba escrito, de que Báez levantaría su primer título en Santiago y estiraría nuevamente su récord favorable en el país (26-2 antes de esta final).
Pero en el segundo parcial volvió a aparecer el pasador, el criado en una escuela de tenistas que no conoce la palabra derrota. Sacando chapa de luchador, como la mayoría de los españoles que compiten en el circuito, Pedro volvió a encontrar su juego. Uno en donde aguantó y buscó peloteos largos, exigiendo física y mentalmente a su rival. Salió de aprietos cuando Báez le quebró en el 2-2 y volvió a tomar el parcial a su favor. Algo que rompió al argentino, quien terminó sin poder luchar ese parcial.
Y como pasó con Tabilo, en el tercer set Pedro Martínez demostró que por juego es uno de los mejores arcilleros del momento. No apretó el freno y siguió complicando juego a juego, pelota a pelota. Báez por su parte ahogado, entendiendo quizás que en ese punto ya no había vuelta atrás.
Aún con eso, el encuentro volvió a cambiar. Obviamente el trasandino luchó y eso trajo otro déjà vu del partido ante la segunda raqueta nacional. Cuando el nacido en la provincia de Valencia tenía todo a su favor, su rival creció y estiró el dramatismo. Vio el trofeo en sus manos, y la realidad le pegó de golpe. No importa la diferencia, el partido no se gana hasta que el marcador lo confirma.
Por eso lo que vino después fue una lucha fue hasta la última pelota. Las dudas del español y la entrega del argentino le dieron un nuevo aire al partido, uno donde ya no había ventaja ni margen. Cada bola era mucho más que una simple bola. Era un mundo de diferencias. Unas que se aclararon cuando Báez sacó 4-5. En ese momento donde no hay contención alguna, Martínez fue mejor. Aprovechó una pequeña ventana y entró sin pedir permiso. ¿El premio? su primer título ATP. Uno que celebró con locura y emoción. Uno que lo válida como uno de los tenistas en mejor forma dentro de los primeros 100 del ranking. Santiago quedará marcado para siempre en su memoria. Aquí, su nombre se hizo realidad.