No hay palabra en español para describir el sentimiento de placer que surge cuando se ve a otra persona fracasar. Tampoco en inglés, mucho menos en francés. El alemán, por el contrario, sí la tiene: schadenfreude. ¿Se atiborró Manuel Pellegrini de esta sensación, para muchos tabú, luego de que su West Ham venciera con claridad al Manchester United de José Mourinho? Si la respuesta es positiva, Pellegrini jamás lo reconocería. Pero la efusividad con la que celebró los tantos de sus pupilos en la victoria por 3-1 habla por sí sola.
Porque la victoria no fue ordinaria, de esas que se cuentan solo como un tropiezo en las comúnmente exitosas temporadas de los equipos grandes. No. El Ingeniero remató en el suelo a un United roto futbolística e internamente y cuyo líder, acaso la némesis del chileno, comienza a vivir sus últimos días en Manchester. El mismo que hace ocho años, a punta de ironía y escarnios, aseguró que jamás dirigía a un club como el Málaga después del Real Madrid. Las vueltas de la vida.
El proyecto de Don Manuel toma forma mientras que el de Mou se desmorona. Los Hammers retomaron el camino tras perder los cuatro primeros partidos de la Premier League, y lo hicieron en partidos donde se les auguraba una derrota segura. El Everton, el Chelsea y el Macclesfield (Cuarta División) fueron víctimas del alza de los londinenses. Y ayer lo fue el United.
La fragilidad defensiva y mental de los Red Devils no pudo hacer nada frente a tal envión anímico. Felipe Anderson no tuvo marca en su golazo de taco a los 5', tampoco Yarmolenko cuando provocó el autogol de Lindelof a los 44'. Noble, cuando habilitó a Arnautovic para el 3-1 final, terminó por retratar la táctica de un DT que se vanagloriaba de la solidez defensiva.
Su apuesta por Martial en desmedro de Alexis Sánchez (ver pág. 39) no funcionó; tampoco el hecho de jugar solo con dos delanteros y un mediocampo extremadamente defensivo. Pogba, su roca en el zapato, su crítico más feroz, el despojado de la capitanía a mitad de semana, fue intrascendente durante los 70 minutos que jugó. Al salir, apenas unos palmetazos cínicos.
En Inglaterra el síndrome de la tercera temporada de Mourinho continúa agravándose. Para The Guardian, que el ex Inter de Milán no seguirá en Old Trafford el próximo año no es un spoiler; para The Telegraph, no obstante, lo del United no alcanza para crisis, aunque sí para despedirse del título. Sí hay consenso en algo: el partido ante el Valencia, por Champions, es vital para su continuidad.
La felicidad de Pellegrini tras finalizar el compromiso era evidente. Por cómo se jugó, por la actitud y el gran momento del equipo. Y también, por qué no, por ese schadenfreude en el fondo de su corazón.