El genio detrás del éxito del Liverpool: Klopp y su estilo rupturista encandilan al mundo
El técnico alemán insertó nuevamente en la elite al Liverpool y de paso construyó una corriente de juego que llegó para pelearle mano a mano a Guardiola. Su vida fuera de la cancha tampoco pasa inadvertida, donde se reconoce como un tipo de pensamiento de izquierda.
Su look algo desaliñado, enfundando siempre con un buzo y zapatillas, alejado del tradicional traje a medida de Wenger, Mourinho y Guardiola, con una barba descuidada, donde se deja ver el paso de los años más que en su desordenada cabellera, poca veces bien alineada, y un gorro de beisbol es uno de los sellos más distintivos de Jürgen Klopp. Una imagen algo más rupturista que la de la mayoría de los entrenadores, que no descuidan ningún detalle estético cada vez que se instalan al borde de la cancha, pero que lo deja traslucir como un hincha más del club que dirige . Un estilo que, sin embargo, alguna vez le jugó en contra al hoy entrenador de moda en el fútbol europeo.
Ocurrió en 2008, cuando decidió abandonar la disciplina del Mainz, club al que defendió durante 18 años, primero jugador y luego como técnico. Hamburgo, uno de los equipos más tradicionales de la Bundesliga estaba buscando un entrenador joven y rupturista desde su estilo de juego. El principal candidato era justamente Klopp. No obstante, la junta directiva decidió bajarle el pulgar por su "aspecto desaliñado". De poco sirvieron sus ideas de juego para convencer a los dirigentes.
Aquel duro golpe, al no haber sido aceptado por el Hamburgo, terminaría siendo a la postre la mejor decisión para su carrera. El gran beneficiado fue el Borussia Dortmund, que vivió una de las épocas más gloriosas de su historia de la mano de este hombre nacido en Stuttgart hace casi 52 años. La pasión, la energía, la convicción y al mismo tiempo un criterio realista le permitieron al club amarillo escalar casi hasta la cima y discutirle palmo a palmo la supremacía eterna del Bayern Munich en la Bundesliga. Dos títulos de liga, una Copa, dos Supercopas y una final de Champions, fueron su herencia en un club que hasta antes de su llegada estaba devastado.
Su estadía en Dortmund lo convertiría en un personaje de culto. No solo comenzó a ganar notoriedad por su estilo agresivo de juego. Su denominado fútbol "anti-Bayern", derivado por todo lo que transmite el cuadro bávaro desde la opulencia y la exuberancia económica, lo tranformó en un estretego rupturista. "Bayern opera como la industria en China. Observan lo que todo el mundo está haciendo, lo copian y luego invierten dinero y contratan diferentes personas para poder superar el original", expresó el entrenador en una rueda de prensa.
Justamente, las conferencias de prensa son un lugar donde se puede conocer un poco más a Klopp. Frente a los micrófonos se mueve de manera perfecta. No por nada, mientras dirigía al Mainz entre 2005 y 2008 compatibilizó sus labores como entrenador con las de analista de televisión. Incluso fue premiado por sus labores en pantalla. Por ello, varias de sus citas han quedado en el registro histórico. Por ejemplo, cuando llegó a Inglaterra se bautizó como 'The Normal One', en contradicción al apodo que se adjudicó Mourinho ("The Special One"), al tiempo que calificó a Alex Ferguson, extecnico de Manchester United como el "John Lennon del fútbol". A la hora de definir su estilo, no tuvo empacho en bautizarlo como un fútbol de heavy metal, en comparación al juego del Arsenal de Arsene Wenger, que era como una "canción silenciosa".
De pronto, Klopp pasó a ser un fenómeno cultural: exuberante, explosivo y exitoso. Con estos ingredientes revolucionó al cuadro alemán y ahora está cambiando el rumbo del Liverpool inglés. Su estillo dentro y fuera de la cancha llama la atención. Pese a mostrarse ante las cámaras de televisión como un tipo cercano a los futbolistas, lo cierto es que no suele mantener relación con sus jugadores. Abraza la disciplina interna como algo intransable y ama transmitirle pasión al equipo en cada partido. Pero cuando se apagan las luces, prefiere regresar a casa con su mujer, Ullia Sandrock, escritora de literatura infantil, y su hijo Marc.
En cada club Klopp pide igualdad de salarios con su cuerpo técnico. Habla con los sponsors para cuidar los intereses de la institución que representa. Limita el campo de acción de los representantes y manda a estudiar a los jugadores. Les concede a sus futbolistas permisos para organizar o asistir a fiestas en las que de repente aparece para ser uno más. Y a la hora de manifestar su pensamiento político, no se esconde. "Soy de izquierdas, por supuesto. Más de izquierdas que de centro. Creo en el estado del bienestar. No tengo seguro privado y nunca votaré a quien prometa bajarle los impuestos a los más ricos. Si hay algo que nunca haré en mi vida es votar a la derecha", declaró en una entrevista concecida en 2007 al diario Die Tageszeitung.
La carrera como futbolista de Klopp no fue muy exitosa, como también ocurrió con otros grandes técnicos como Jose Mourinho o Marcelo Bielsa. Él mismo reconoce que como jugador "tenía la habilidad de uno de quinta división y el cerebro de uno de primera división. El resultado fue un futbolista de segunda división". Su filosofía como técnico la basa en un estilo agresivo, de alta intensidad y presión, con transiciones de balón muy rápidas y verticales. Ese fútbol en Alemania se conoce como el Vollgasfussball o el sistema Gegenpressing.
"He visto muchos partidos en mi vida y han habido algunos que han sido muy aburridos, hasta el punto que me he quedado dormido. Han sido tan aburridos que me pregunto por qué se enfrentan y hacen eso frente a 60.000 y 80.000 personas", se quejó en una entrevista con la BBC. "Eso no está bien. Es por eso que lo que nosotros queremos es disfrutar de nuestro propio juego", dijo. Después de lo ocurrido en Anfield ante el Barcelona seguramente el técnico durmió en paz.
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