Gustavo Quinteros es un entrenador de larga trayectoria, con muchos equipos en su currículum, en varios países. Pero algo le faltaba: hacerse un nombre en su país. El DT argentino nacionalizado boliviano, santafesino de origen, nunca había tenido una experiencia dirigiendo en la Primera División transandina. Hasta antes de su llegada a Vélez Sarsfield, su único paso fue en la segunda categoría, en San Martín de San Juan, en la campaña 2006-2007. A sus 59 años llegó su oportunidad y estuvo a un paso de un título, algo que muy pocos pronosticaban.
Este domingo fue la final de la Copa de la Liga argentina entre Vélez y Estudiantes de La Plata, en Santiago del Estero, un duelo tan parejo que derivó en una tanda de penales luego de 120 minutos. La ilusión era inevitable en el Fortín, cuyo último título en Primera fue en la campaña 2012-2013 de la mano de Ricardo Gareca, hoy DT de la Roja. Para un equipo que el año pasado estuvo al borde del descenso, tener la opción de ser campeón era un cambio brutal. En definitiva, no sucedió, porque el Pincha se impuso desde los 12 pasos y se quedó con la copa y la clasificación a la Libertadores de 2025.
Luego de no continuar en Colo Colo, concluyendo un proceso catalogado como “desgastado”, y que Blanco y Negro determinara cambiar la cabeza técnica (llegó Jorge Almirón), el ex DT de Universidad Católica llegó a acuerdo con el elenco de Liniers, lo que significó tomar un fierro caliente. Hace cinco meses, una tienda tradicional en el fútbol transandino coqueteó peligrosamente con el descenso.
El momento deportivo e institucional era delicado. Incluso, recurrieron a un ídolo como el propio Tigre Gareca para “rescatar” a Vélez. No resultó, porque no logró buenos resultados y se fue. Asumió Sebastián Méndez, quien tuviera un paso fugaz y poco exitoso por Palestino, ex ayudante de Diego Maradona en Gimnasia y una de las opciones que sonaron en la UC como reemplazo de Nicolás Núñez. Exjugador del club, llegó como un bombero y consiguió la permanencia en 2023. El escenario no era el más alentador para Quinteros tomando la posta.
Al no disponer de una billetera generosa, tuvo que apelar a la cantera y basar su trabajo en una plantilla joven. De hecho, Vélez terminó la final del domingo con ocho de 10 jugadores de inferiores en la cancha. El arranque de la Copa de la Liga fue duro, rescatando un solo punto de los primeros nueve. En la tercera fecha, fueron goleados 5-0 por River Plate, en el Monumental de Núñez. Ese día, Quinteros no se guardó nada y criticó sin filtro a sus jugadores, abriendo una grieta. “Es un resultado que da vergüenza. No esperaba nunca una actuación, en el primer tiempo, de tanta fragilidad en la marca, regalamos dos goles de pelota parada. Un equipo muy frágil defensivamente... Creo que debemos cambiar de actitud. Es un grupo que ante la primera adversidad se cae anímicamente”, lanzó.
En ese entonces, estaba pendiendo de un hilo. A lo anterior hay que agregar la discusión que tuvo con algunos hinchas, incluso solicitando que ellos “no vengan más” al club (su familia recibió recriminaciones en el partido ante Rosario Central) y debió sortear la acusación en contra de cuatro jugadores por una denuncia de abuso sexual.
Todo cambió
“A veces son unos baldazos de agua fría para ubicar al jugador en el lugar de ese momento. Hoy pusimos a Vélez donde realmente se merece”, declaró antes de la final el jugador Francisco Pizzini, recordando lo que significó esa derrota con River y el punto de quiebre en el año, para llegar a la definición de la Copa. Después de aquella presentación, todo cambió para Quinteros y compañía. Se aunaron las confianzas, se curaron las cicatrices y el equipo mostró otra cara, lo que se reflejó en los resultados venideros.
De los últimos 15 partidos, el cuadro de Liniers registró nueve triunfos, cinco empates y solo una derrota (1-0 con Talleres de Córdoba). Con algo de fortuna, se metió entre los cuatro primeros de su zona en la Copa de la Liga. En los cuartos de final eliminó a Godoy Cruz, que había sido el mejor en la fase regular. Luego, en semifinales, superó por penales al Argentinos Juniors de Pablo Guede, para instalarse en una definición tan importante como impensada.
En 18 partidos dirigidos, el registro del ex Colo Colo es del 61,1% de rendimiento: nueve victorias, seis empates y tres derrotas. Más allá de los números y pese a no haber alcanzado la copa, Quinteros empieza a forjar una historia en su país, resucitando a un equipo de rica historia.