Piero Maza celebra con mesura su cometido en la Finalissima: “No por haber fallado en algún momento soy el peor, o por haber dirigido una final soy el mejor”
El juez chileno, quien cumplió una óptima presentación en la definición entre Italia y Argentina, que se adjudicaron los transandinos, recuerda su actuación en Wembley y valora el respeto que recibió de parte de las figuras con las que compartió en el mítico escenario inglés.
Piero Maza está notoriamente feliz. Intenta disimularlo e imponer la cordura en sus palabras, pero se percibe que está disfrutando su momento más glorioso en el arbitraje. El juez chileno acaba de dirigir la Finalissima entre Italia y Argentina, que terminó con triunfo para la escuadra albiceleste, que justificó el rótulo de campeón de América ante la escuadra que dominó Europa en la última temporada. Ahí tuvo que impartir justicia entre grandes figuras y en medio de circunstancias especiales. Al sorteo, por ejemplo, fue con Lionel Messi y con Giorgio Chiellini, quien disputaba su último encuentro con la Azurra. Cumplió sin reparos. Ahora, en un diálogo con El Deportivo, mientras alista su regreso a Chile, aquilata la experiencia.
Prefiere disfrutarla y, de hecho, no contaminarla con situaciones recientes, pero más controvertidas, como cuando Javier Castrilli lo incluyó en la lista de jueces despedidos. “No es momento de responder esas preguntas”, se excusa.
¿Cómo se tomó el partido el partido, por la importancia que tenía y por las figuras que involucraba, partiendo porque en el sorteo ya coincidió con Messi y Chiellini?
La verdad es que nos tomamos esta designación con mucha alegría y siempre con la misma mesura. Con deseos de hacer las cosas bien, de la mejor manera, para poder retribuir la confianza de quienes nos designan. En todo momento se vio el respeto de los jugadores y de los capitanes, tanto de Messi como de Chiellini. Quedé muy contento por esta designación.
¿Puede realizar un balance de su cometido? ¿Cuáles fueron sus principales aciertos y si cometió algún error?
El balance claro que es positivo, al ser un partido de tanta importancia y de tanta envergadura. Es una Finalissima, un clásico mundial. Para nosotros era un bonito desafío, un buen approach de lo que podíamos hacer. En ese sentido, el balance siempre va a ser positivo. Y, claro, siempre habrá aspectos que siempre tenemos que mejorar los árbitros, que son temas más técnicos nuestros, como ubicaciones, posiciones, posicionamiento en la cancha, pero es más lo positivo que lo negativo. Eso me deja contento.
¿Se hace más fácil dirigir a jugadores de este nivel? ¿Colaboran más con los jueces?
Estuve acompañado de un equipo arbitral, que componen Christian Schiemann y Claudio Ríos y Jesús Gil Manzano, un árbitro destacado en España y en la UEFA, además de Alejandro Hernández. El desempeño tenía que ser óptimo. Así lo planificamos, así lo trabajamos. Y la verdad es que sí, hubo mucho respeto de ambos equipos. Se dedicaron a jugar y eso también nos colaboró mucho para que se hablara de un partido intenso y bien disputado, entretenido y no que fuésemos los árbitros los protagonistas, que es algo que nunca queremos.
“Fue una sorpresa”
En Chile, su designación para la Finalissima generó cierta sorpresa. Hubo incluso, extrañeza ¿lo percibió, cómo lo tomó?
La verdad es que sí. Y yo, para ser franco, también me lo tomé con mucha sorpresa. Con mucha alegría, igual. Uno siempre ve árbitros muy bien evaluados y capacitados a nivel sudamericano y mundial. Esta era una designación tanto de Conmebol y de UEFA. Entonces, sí, fue una sorpresa. La designación estaba, entonces no me quedaba más que retribuir la confianza. Era una gran oportunidad para realizar un buen trabajo y pienso que lo hicimos, no de manera personal, porque hay un gran equipo atrás, incluidos los profesores de la Conmebol, que son un gran apoyo también.
¿Se le abre el apetito? ¿Qué sueña con dirigir después de esta Finalissima?
La verdad es que, aunque suene como una frase cliché, me tomo todas las designaciones como importantísimas, porque uno nunca sabe cuándo puede ser el último partido. Entonces, hoy me tocó dirigir una final entre Italia y Argentina, de carácter de clásico mundial, pero trato de tomarme siempre cualquier designación de la mejor manera, de la más profesional. Si bien este partido llamaba la atención porque lo iba a estar viendo todo el mundo, a nivel local y sudamericano trato de tomarlo de la misma manera, Ese es el enfoque que trato de darle a mis partidos. Siempre voy a seguir en la línea del equilibrio y de la humildad. Al hablar de arbitraje, hablamos también de personas, de la sencillez, de la calidad del ser humano. Entonces, no por haber fallado en algún momento soy el peor o por haber dirigido una final soy el mejor. Soy el mismo de siempre, un árbitro más, que tiene que seguir capacitándose día a día para poder lograr algo.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.