Aquel tatuaje que se estampó en la espalda el 1 de julio de 2014 ya no está. "No existe más, se borró", confesó un año después su portador, tras ganar la Copa América de Chile 2015. Pero la imagen de ese tormentoso minuto 119 del duelo contra Brasil, por los octavos de final de la Copa del Mundo, difícilmente se esfumará de la mente colectiva nacional. Hasta los que no son fanáticos del fútbol saben de qué se habla cuando se recuerda el palo de Pinilla. Han pasado ya 1.397 días.
Mauricio, el actual goleador de la U, recibió de Alexis Sánchez, aguantó la marca de Thiago Silva, se lo sacó a pura fuerza entrando al área y sacó un remate furibundo que dejó sin opción al portero Julio César. El travesaño bendito para Brasil, maldito para Chile, evitó que la Roja eliminara al dueño de casa de su Mundial. Por un segundo, el estadio Mineirao completo se quedó en silencio. Unos asustados, otros aliviados, casi todos incrédulos de lo que habían visto. Ese travesaño salvó obligó una definición a penales, luego del empate 1-1 en el juego. Una serie donde los dueños de casa terminaron imponiéndose por un tenso 3-2.
Mañana, Pinilla vuelve a la escena del crimen. La escena del palo, mejor dicho. Será imposible que al momento de pisar el césped del Mineirao, el ariete de Universidad de Chile se aísle de ese episodio. Aunque claro, el escenario es otro y la presión, también. Por el Grupo E de la Copa Libertadores, los azules enfrentan un partido clave ante Cruzeiro, con la obligación de sumar puntos para no poner en riesgo la clasificación a octavos de final.
Si bien la tabla le da cierto margen (marcha segundo en su zona, con cinco puntos, a tres de Cruzeiro), la carga sobre el equipo estudiantil es tremenda. Específicamente sobre su entrenador, Guillermo Hoyos, debido a sus dos últimas derrotas en el torneo chileno: el 1-3 en el Superclásico y, especialmente, la indigna goleada por 6-1 sufrida ante La Calera, en Quillota.
Condimentos que le dan sabor al compromiso. Y Pinilla lo sabe, consciente también de que sobre sus hombros hay una porción importante del poder ofensivo de la U. A diferencia de lo que pasó en Brasil 2014, donde entró en el minuto 87 en lugar de Arturo Vidal, mañana el ariete será titular ante los brasileños. Pese a no estar en su plenitud física, ayer Hoyos confirmó en la práctica a su centrodelantero estelar.
Pinigol, sin embargo, no ha tenido días felices en las últimas dos semanas. No le ha sido sencillo ocultar ese malestar, de hecho, dentro y fuera de la cancha. Con reacciones aireadas contra compañeros y declaraciones ácidas, reconociendo su vergüenza, incluso, por la derrota ante La Calera.
Más presión para Hoyos, por cierto, puesto que Pinilla y Johnny Herrera, dos de los principales referentes del plantel, han manifestado su disconformidad con el estilo poco agresivo que ha mostrado el conjunto del chuncho en partidos claves, especialmente en Copa Libertadores. No fue gratuito que estas dos figuras hayan sido los únicos considerados por el técnico en el cuadro ultra alternativo que cayó ante los cementeros el domingo.
Así como se reencuentra con aquel arco fatídico de 2014, el que alguna vez intentó robarse para una campaña publicitaria, el ariete comparte nuevamente un campo con Jean Beausejour después de su duro encontrón contra Colo Colo. El lateral izquierdo está recuperado de sus problemas físicos.
La U se juega todo. Pinilla tendrá una verdadera opción de revancha. Hace cuatro años no pudo ganarle al travesaño del Mineirao. Hoy sabe que no puede fallar si le queda una frente al arco. De eso depende, además, el futuro inmediato de su cuestionado entrenador.