El Pizzi del lunes en Juan Pinto Durán fue muy distinto al de ayer, al menos mientras trabajó con los jugadores de la Roja durante el entrenamiento matinal. El técnico silente, casi aislado de lo que ocurría a su alrededor, dio paso a un mucho más comunicativo y exigente. Motivador, incluso. Gritón. Preocupado por hacerse entender.

El rosarino no quiso dejar esperando a su equipo. Cinco minutos antes de las 11 salió desde la misma oficina donde se reunió el día anterior con Vidal, Bravo, Isla, Beausejour y Jara, cinco referentes de la Generación Dorada. A las 11 en punto se reunió con el plantel en la mitad de la cancha y, a diferencia de la jornada anterior, dedicó 15 minutos a charlar con todos a la vez.

Desde Pinto Durán describen que durante las últimas horas Pizzi se ha mostrado "tranquilo". Su semblante, de hecho, es "mucho menos tenso que en la fecha pasada", agrega uno de los colabores del entrenador.

En el entrenamiento de ayer, de acuerdo a los pormenores a los que accedió La Tercera, Macanudo se mostró muy activo. Reiterativo en sus instrucciones, en sus arengas y también sus felicitaciones cuando una jugada salía como él quería. "¡Vamos muchachos!", "¡Quiero más agresividad!", "Ahí sí, ¡ésa es!". Expresiones de este tipo se escucharon por docena de la boca del adiestrador de la Roja. Y no sólo eso, porque en parte de los ejercicios Pizzi se metió casi como si fuera uno más de los futbolistas. A más a de alguno lo acompañó corriendo al lado de él mientras que trasladaba el balón.

Pizzi se metió exclusivamente en los trabajos ofensivos. Movimientos y definición, frente a los sparrings, quienes de peto amarillo hicieron de defensores. Al argentino se le notaba claramente su preocupación por mejorar uno de los aspectos más bajos de la selección nacional (ver página 34).

Terminado el entrenamiento, con exactitud al mediodía, Pizzi se quedó con sus pupilos mientras ellos elongaban. A esa altura, Arturo Salah y Andrés Fazio, presidente y vicepresidente de la ANFP, ya estaban en el búnker de la escuadra nacional. Los dos dirigentes esperaron al seleccionador, quien inmediatamente después de la sesión atendió a sus jefes por casi 45 minutos.

Se trató de un diálogo muy ameno, relajado. Se despidieron con un abrazo y con sonrisas. Seguramente esperando que las alegrías se extienda hasta la noche de este jueves, durante el partido de Chile contra Ecuador, clave para el salto que busca dar la Selección hasta Rusia 2018.

Pizzi entiende que trabaja contra el tiempo. Ayer y hoy son los únicos días para hacerles entender a sus futbolistas el camino para agarrar los pasajes a la Copa del Mundo.