El polifuncional Griezmann encumbra a Francia

Francia superó a Uruguay y se instaló en la semifinal de la Copa del Mundo. El elenco francés debió maximizar sus esfuerzos para sobreponerse a los siempre complicados uruguayos, que dieron una dura batalla para intentar seguir adelante en el torneo. Fue un duelo friccionado, de pocos espacios. Definido en los detalles. De dos equipos que se respetaron a la hora de tomar decisiones.

Y en la paridad, la figura de Antoine Griezmann sobresalió por encima de las demás. El delantero del Atlético de Madrid fue el líder de los galos. Conductor y referencia ofensiva, participó de casi todos los intentos en ataque de los suyos. Replegándose hacia una posición cercana a la zona media, todas las pelotas parecían encontrarlo.

Tuvo un interesante duelo con Lucas Torreira, pero su experiencia se impuso finalmente al ímpetu del joven mediocampista. En un duelo tenso, Griezmann puso calma cuando nadie más lo hizo. Pausó el juego cuando los nervios consumían a todos. Pensó más que los demás. Y así, logró cargar la balanza hacia el lado europeo.

Con mucha inteligencia, encontró los espacios, hizo jugar a los demás y finalmente cimentó el camino hacia el triunfo. Primero habilitando a Varane desde un tiro libre para la apertura de la cuenta. Y luego sentenciando el marcador con la enorme y sonrojante complicidad de Muslera ante un zurdazo que intentó desde fuera del área.

Ya con la ventaja, ayudó a mantener la posesión, a hacer circular el balón e incluso a recuperarlo, cuando Uruguay intentó tibiamente descontar para seguir en el partido. Y cuando no tuvo espacios, se movió hasta encontrarlos. Así, jugó de extremo, de volante y de centrodelantero alternadamente durante la última media hora del compromiso. Polifuncional y aplicado.

Partido redondo del delantero. Que asumió la responsabilidad de liderar a su escuadra y cumplió. Y la encumbra. Y planta la bandera francesa en la semifinal de la Copa del Mundo. Tranquilo. A la espera ahora del ganador entre Brasil y Bélgica.

Griezmann y los 70 millones de franceses sueñan en grande en Rusia.