Minuto 57. Chile cae en el estadio Monumental de River Plate ante Argentina, pero todavía guarda la esperanza de igualar el marcador. El 1-0 con el que se impone el equipo de Lionel Scaloni pone el partido cuesta arriba, pero la distancia aún parece remontable. La Roja, de hecho, se lanza en ataque buscando la igualdad. Eduardo Vargas lidera el ataque y sus compañeros lo flanquean, ofreciéndole opciones de pase. Inexplicablemente, el delantero se frena cuando está en tres cuartos de cancha. Es decir, en plena zona defensiva argentina. Desde ahí, toca hacia atrás, con tan mala ejecución que el balón por poco no termina en un lateral favorable a los transandinos. Paulo Díaz intervino para evitar que la acción terminara de ser bochornosa. El zaguero le cedió el balón a Gabriel Arias. La carga termina transformándose en una acción intrascendente justo cuando Chile necesitaba lo contrario. El Tigre, quien sigue respaldándolo, perdió la paciencia:”Hay que pedirle a Eduardo que aguante una”, dijo en la zona de la banca.
Vargas, el segundo goleador histórico de la Roja detrás de Alexis Sánchez, una producción que concretó en tiempos notoriamente mejores, vuelve a irse con las manos vacías. Ya ni siquiera es casualidad. El último gol por las Eliminatorias lo anotó en 2017, en el fallido intento por clasificarse al Mundial de Rusia del año siguiente. Fue el 5 de octubre de ese año, cuando le marcó a Ecuador, en el estadio Monumental. El último tanto oficial lo anotó el 26 de junio de 2021, en la Copa América, ante Uruguay.
La obsesión de Gareca
Gareca sacó del campo al renquino recién en los 80′, cuando se decidió por el ingreso de Ben Brereton. El panorama no cambió, pero la modificación bien puede transformarse en una señal. Hasta ahora, la confianza del estratega hacia el goleador de las Copa América de 2015 y 2016 es irrestricta. Hay varias razones para explicar el apego del técnico argentino a la capacidad del delantero de Atlético Mineiro. El más potente, probablemente, sea que el Tigre sufrió en carne propia a la mejor versión de Vargas cuando estuvo en el banco de Perú. Desde esa ubicación, el entrenador lo vio celebrando en el torneo contiental y en las Eliminatoras teniéndole como rival.
Ese recuerdo, lejano, pero fresco en la memoria del estratega, se transformó en una obsesión que le hizo plantearse como objetivo la recuperación futbolística de un jugador que no lo estaba pasando bien en el fútbol brasileño. De hecho, cuando el Tigre le consideró como uno de sus puntales ofensivos, sobre todo ante la inestabilidad de Alexis Sánchez, Vargas no jugaba ni marcaba en Brasil. Con la Roja, al menos en los amistosos, pareció haber recuperado el instinto goleador. Anotó en la gira por Europa, ante Albania, aunque el antecedente que alimentó mayormente el optimismo fue la conquista en el duelo preparatorio ante Paraguay, el primero de Gareca en el Estadio Nacional y el último de Chile antes de la Copa América. En el torneo continental, sin embargo, sucumbió como todo el equipo: la Selección ni siquiera pudo marcar un gol. Por añadidura, el exdelantero de la U tampoco.
En el equipo de Belo Horizonte, la situación era aún peor. De hecho, en el Brasileirao suma apenas cinco conquistas. Dos de ellas, en el doblete que le anotó a Fluminense a comienzos de mayo. Otra vez, había un indicio para creer en su recuperación: el último gol lo marcó en la victoria de comienzos de este mes, ante Gremio. La fallida cesión ante Argentina retrotrajo una imagen conocida. En Brasil ya había realizado el movimiento. Allá lo interpretaron como un signo de una mermada confianza.
Falta de variantes
Gareca, en todo caso, nunca dudó. De la capacidad de Vargas ni de la propia en recuperarle. Su perfil de entrenador de la vieja escuela le lleva, precisamente, a respetar recorridos y currículos. Cuando llegó a la Roja, de hecho, lo fijó como el ‘9′ que pretendía, desoyendo los informes que hablaban de su bajo rendimiento. La lógica del DT era que si le había sufrido podía recuperarle. El resurgimiento, a la luz de las estadísticas, no ha llegado. Al Tigre y a su proceso le urgen. En la Roja dicen que el apego del entrenador a la figura de Vargas raya en la obsesión.
En ese plano, Jorge Aravena, quien dirigió a Vargas en la época de su irrupción en Cobreloa, intenta abogar por el jugador. “La falta de gol no es de Vargas, es de la Selección, no se le puede culpar solo a él. Es injusto plantearlo así”, sostiene el Mortero, aludiendo a un problema generalizado y que se explica, desde su perspectiva, en el funcionamiento de la escuadra nacional. “La participación de Eduardo no fue de las mejores. Tampoco fue alimentado lo suficiente como para tener ocasiones. Así es difícil para un delantero marcar. Al revés, como nos anotaron tres y la responsabilidad tampoco es del arquero”, establece.
Aravena descarta analizar el momento anímico del ariete. “No podría opinar respecto de su confianza, porque no tengo una relación directa y diaria. Yo lo hice debutar en Cobreloa, pero no estaría bien de mi parte hacer un análisis”, dice. Y le endosa al seleccionado la responsabilidad de definir el futuro del jugador en la Roja. “Que siga o no lo determina Gareca. Uno siempre como entrenador busca las opciones para mejorar el equipo”, dice. Eso sí, advierte en una carencia que cobra una importancia clave en la búsqueda de opciones. “En el Campeonato Nacional no hay chilenos marcando goles. Esa es la realidad”, sentencia.
Al margen de la fijación de Gareca con Vargas, hay una consideración que fortalece el respaldo del técnico: la falta de opciones en un puesto crucial, que en Chile no tiene dueño desde que Humberto Suazo dejó la Roja. En la última lista, el entrenador se jugó otra carta: la convocatoria de Bruno Barticciotto, uno de los goleadores del torneo argentino. Tuvo mala suerte: el atacante de Talleres de Córdoba sufrió un problema muscular y debió ser desafectado. De los otros atacantes, ninguno tiene perfil para adueñarse del centro del ataque, aunque Brereton ha sido probado en esa función. El ‘inglés’ suele demorar poco en recostarse sobre los perfiles.