Hoy, en la contrarreloj que dará inicio a la 101ª edición del Giro de Italia, las miradas y los lentes apuntarán a un corredor en especial. Será, cómo no, el favorito del certamen y ganador de las últimas tres ediciones del Tour de Francia, el británico Chris Froome.

Pero no será por su hegemonía como líder del equipo más importante de todos la razón por la que atraerá la atención en Jerusalén, sino por la duda que le rodea desde mediados de diciembre pasado, cuando se informó de su resultado analítico adverso, tomado en la última participación de la Vuelta a España, que precisamente el británico de orígen keniata ganó.

Su caso está en el TAS, y fue el tribunal de Lausana el que determinó que, mientras se defina si es o no culpable de ser positivo por presentar el doble del salbutamol permitido (2.000 UI), puede competir. Y de inmediato comenzaron las críticas.

El más enérgico fue el holandés Tim Dumoulin. "En su lugar yo no podría haber estado en la salida porque mi equipo forma parte del MPCC (Movimiento por un ciclismo creíble)", comentó ayer el actual campeón de la prueba italiana. "Puedo comprender su frustración pero no he hecho nada malo", respondió Froome.

Ante la duda, mejor es abstenerse. Pero con el Sky y los millones ofrecidos por la organización por contar con Froome en el pelotón, esa norma moral parece ser sólo de buena crianza. "La lógica dice que tendría que ser condenado. Según esta hipótesis, las clasificaciones obtenidas entre las dos fechas (del control y de la sanción) serían borradas", declaró recientemente el presidente de la UCI, el francés David Lappartient, desatando las crítica de todos los estamentos. Incluso la UCI debió aclarar los dichos de su mandamás.

El director del Giro, Mauro Vegni, aclaró que habló con Lappartient sobre la situación de Froome: "Se ha mostrado abierto a nuestro razonamiento y, de alguna manera, me ha hecho saber que no será un problema para el Giro".

"Participar en el Giro es una decisión que tomé con el equipo durante el invierno", declaró Froome, notoriamente hastiado por los cuestionamientos lógicos sobre su participación. Por ahora, él y Sky respiran. El Giro comienza nuevamente.