Son las 11 de la mañana y un inclemente sol azota las cabezas en una de las canchas secundarias del Club de Tenis de San Carlos de Apoquindo, sede del ATP 250 de Santiago a partir del sábado.

Podría ser un entrenamiento cualquiera, de no ser que en la arcilla está Nicolás Jarry, un tenista que pasó de la gloria de ganar un ATP al destierro por dopaje en apenas seis meses. Hoy lucha por su inocencia tras ser suspendido provisionalmente por arrojar positivo por ligandrol y estanozolol (de efectos anabolizantes).

Mientras siga en pie esta sanción, Nico no puede entrar a un club de tenis en el que se esté desarrollando un evento deportivo. Ni siquiera como espectador. "En el momento en que el torneo parte oficialmente, en este caso el sábado, Nico no puede venir. Es una pena no contar con él en la semana, pero contamos con él en otras cosas; va a seguir participando en la manera que pueda y él ahora tiene que concentrarse en su caso y hacer las cosas bien", explica Catalina Fillol, su tía y directora del certamen.

Al otro lado de la cancha, Gonzalo Lama, quien se está poniendo a punto después de temporadas plagadas de lesiones y crisis del terrible mal de Crohn que padece desde la infancia. Al fondo, Cristóbal Saavedra, hoy entrenador que está asesorando a Lama, y que en abril cumple una sanción de dos años y medio por no colaborar con la TIU. Al igual que Jarry, tampoco puede ingresar a los recintos en que se desarrollen campeonatos hasta finalizar el castigo.

El saludo rápido de Martín Rodríguez, extécnico de ambos, hoy parte de la organización del ATP 250 capitaliano, y un nutrido número de niños capacitados para convertirse en los pasadores de pelotas del torneo acompañan la escena. Ezequiel Carvajal, supervisa que no se equivoquen. Este entrenamiento será una de las pruebas finales para ellos.

El mismo Nico se ve muy comprensivo con ellos y les entrega tips. "Siempre hay que tener las pelotas", le dice a uno. También bromea con un chico tan rubio como él, su primo.

En la arcilla, Lama se impone 6-3 en el entrenamiento, donde se evidenció la falta de ritmo del todavía número dos de Chile, quien luego, a petición de Saavedra, se quedó unos minutos sirviéndole para que el León calibrara la devolución.

Al final, un abrazo cariñoso entre ambos y algunas bromas con el padre de Lama cerraron la hora y cuarto de práctica. Muy educadamente, Nico se excusa por no hablar de su caso. Sí comenta que está disponible para entrenar con quien se lo pida. "Cuando me llaman, vengo a entrenar", afirma.

Lama valora la posibilidad de compartir en la cancha con su amigo. "Obviamente con la calidad de jugador que es, me sirve entrenar y, cuando vi que los estaba haciendo, no dudé en pedirle un entrenamiento. En el momento en el que estoy, me sirve practicar con jugadores así. La calidad y velocidad de pelota que él tiene no la tienen muchos en Chile y eso lo utilicé para seguir mejorando mi nivel. Yo necesito entrenamientos como este", confiesa.

El otrora número uno de Chile lamenta lo que le sucede a Nico, porque lo veía con buenas opciones. "Creo que si jugaba este torneo, con la altura, la cancha seca y la pelota picando muy alto, era serio candidato a ganar este torneo, porque son las condiciones ideales para él. Realmente es una pena que no pueda jugarlo".

Mientras se entrena de forma discreta, casi anónima, las veces que las canchas de tenis no se le cierran por la sanción, Jarry sigue esperando el resultado del laboratorio de Utah, adonde llevó un frasco del mismo complejo vitamínico por el que dio positivo en Madrid. Sostiene que estaba contaminado. La ITF espera ese argumento de defensa antes de aplicar el castigo definitivo.