El gran problema que tienen los proyectos unipersonales es que carecen de escenarios alternativos. Se juega el todo por el todo como en una mano de poker sin un respaldo. Una sola carta te puede quebrar o llevar a la gloria.
Bien o mal, Mosa decidió encabezar un proyecto de este tipo. Su mano derecha, Pablo Guede, hizo y deshizo a voluntad. Desde las inferiores hasta el primer equipo, confiando en la mayoría que tenía en la mesa de Blanco y Negro.
En el camino tuvo más triunfos que derrotas (lo dicen los números), pero precisamente estas últimas le hicieron ganarse algunos enemigos dentro del mismo club. Enemigos nuevos y otros de vieja data que se tomaron su tiempo para orquestar su salida.
La llegada de Gabriel Ruiz Tagle (que inútilmente trata de desmarcarse de unos de los episodios más tristes de la historia de Chile con su evidente participación en la colusión del papel) obedece a varios motivos. La primera, un ordenamiento financiero que los lleve a parar los números rojos que han arrojados los últimos años fiscales. Segundo, un plan de largo plazo que permita reconstruir deportivamente el club desde las divisiones inferiores. Tercero, conducir a Colo Colo con un presidente menos protagonista, y por ende, menos controversial.
Dentro de todas las prioridades hay una que debería estar en el numero 1 con mayúsculas y resaltado a color. La imperiosa necesidad de tener un gerente técnico ( o gerente deportivo si usted lo prefiere) que tenga conocimiento en la materia.
Colo Colo necesita elaborar su política deportiva de largo plazo al mando de un nombre que responda al directorio.
¿Por qué es tan necesario? Porque esa persona es la responsable del futuro deportivo de la institución. Mucho más que el director técnico. En los últimos años vimos como Pablo Guede le rendía cuentas única y exclusivamente a Anibal Mosa, que por muy hincha que sea, carece de los conocimientos técnicos que se precisan para tomar decisiones deportivas.
Primero el gerente, luego el entrenador. No es tan difícil de entender. Ya le paso al mismo Oscar Meneses, que llegó después de Guede y terminó siendo la piedra de tope. ¿A quién echaron? Haga memoria.
¿Quieren otros casos? Ronald Fuentes y Guillermo Hoyos, Fernando Díaz y Martín Palermo. En todos estos los gerentes llegaron después de los técnicos. Los problemas han estado a la vista y escrutinio del público. El argumento es simple ¿Por qué un entrenador debiera responder a quien no lo contrató? Me contrató el presidente, por tanto, le respondo a él, argumentan los que visten de buzo.
Colo Colo no puede equivocar el camino. Si es Tapia, Vera o Espina no es relevante hoy en día. Sí lo es saber quien va a delinear, redactar y poner en marcha el futuro deportivo del club. Eso sí. Los bueyes delante de la carreta. No al revés.