Apenas la tocó, no tuvo chances para anotar, peleó en solitario arriba y, tal como su Arsenal, pasó sin pena ni gloria por el Etihad Stadium. Así se podría resumir la visita de Alexis Sánchez a Manchester por la undécima fecha de la Premiere. Triunfo merecido del City, más líder que nunca, invicto y con tranco imparable.
Tenía morbo en la previa el partido por la presencia del chileno en el estadio al que debió llegar en agosto. Conocidos los deseos del jugador de cambiar de club y el interés del cuadro de Guardiola por sus servicios, la prensa inglesa se entusiasmó con lo que pudiera hacer el atacante del Arsenal frente al City. Pero la historia sólo se quedó en eso, el morbo previo. Porque el chileno no está para hacer milagros y poco pudo aportar en la timorata estructura gunner que armó Arsene Wenger en Manchester.
Ubicado como piloto de ataque ante la inexplicable suplencia de Lacazette, Sánchez intentó presionar la salida rival y crearse alguna chance, pero naufragó en la triste realidad por la que navega el Arsenal hace rato: lejos de los líderes, superado y sin ninguna opción de pelear en serio arriba. Con ese contexto es poco y nada lo que puede lucir el chileno, quien cumple una temporada para el olvido si se comparan sus actuales números con los del año pasado.
¿Qué puede esperar Alexis? A esta altura, y vista la realidad del cuadro de Wenger, aguardar que termine el año pronto para que llegue enero y se abra el libro de pases del invierno europeo. Y en ese momento presionar para que el club lo deje partir de una vez por todas.
A pesar de su opaca actuación, Guardiola lo volvió a elogiar en conferencia de prensa, afirmando que se trataba de "un jugador top de clase mundial". Ojalá que la admiración del técnico catalán se transforme en una oferta concreta del City por el chileno en enero. Eso es lo que debe soñar a diario Alexis vista su fantasmal realidad en el Arsenal, un club en el que claramente tocó techo la temporada pasada y en el que hoy parece un prisionero futbolístico.