Este fin de semana falleció la destacada patinadora artística colombiana Carolina Otálora. Lo hizo tras iniciar un proceso de sedación paliativa terminal por un cáncer gástrico muy agresivo, lo que está permitido de acuerdo a la ley de ese país, que lo considera dentro del espectro subjetivo de la eutanasia. En ese sentido, la deportista solicitó de forma libre y voluntaria la aplicación de este procedimiento para finalizar con su vida a los 40 años, según expresó su propia familia.
“Siendo las 6:20 a.m... no sé si sentirme triste o feliz... Carito ha logrado su objetivo de irse al cielo con la bendición de todos. Por favor estar listos para despedirla como ella nos lo pidió. Ahora es un angelito más en el cielo y desde allí nos cuidará a a todos. Tuve la fortuna de tomar su mano en sus últimos suspiros y no sentí miedo. Creo que fue un momento feliz y simplemente se tranquilizó para volar muy alto...”, publicó en las redes sociales Juan Lemus, su esposo y compañero de carrera por más de dos décadas.
En agosto de este año, la deportista fue diagnosticada con un cáncer gástrico, enfermedad que la alejó inmediatamente de las pistas mientras de preparaba para el Panamericano de Naciones. Su última competencia había sido en abril, donde se coronó campeona nacional en el Campeonato Interclubes de Cali.
Durante 27 años compartió con su esposo, con quien tuvieron a Juan Sebastián, hoy de 23 años, quien también se dedicó a esta disciplina y participó recientemente en los Juegos Sudamericanos de Asunción. Lemus confesó que tanto él como su hijo no estaban totalmente de acuerdo con la decisión de que pedir la eutanasia. Sin embargo, al ver los fuertes dolores que la aquejaban decidieron apoyar la decisión, más allá del dolor que esto pudiese significar. “Ella estaba en toda su capacidad mental de decidir qué hacer con su vida y pues ella fue la que tomó la decisión. Así nosotros no hubiéramos querido, pues era su voluntad y lo tenía que hacer”, afirmó.
Una realidad distinta
A diferencia de Chile, donde la eutanasia no está permitida, Colombia la despenalizó hace 25 años, convirtiéndose en uno de los primeros países en hacerlo y el primero en Latinoamérica. Sin embargo, la ley solo fue promulgada en 2015.
En este contexto, la legislación exige una serie de requisitos para acceder a este procedimiento, cuyo fin es la muerte digna. En un principio una de estas condiciones era haber recibido un diagnóstico terminal, pero desde julio del año pasado, esto ya no era una exigencia. Así, en enero de este año, Víctor Escobar se convirtió en el primer colombiano en fallecer por eutanasia sin haber sido un paciente terminal.
Por otro lado, en mayo de este año, la Corte Constitucional legalizó el suicidio médicamente asistido, cuya diferencia con la eutanasia es que el paciente es quien lo lleva a cabo, pero con la presencia de un médico durante el procedimiento.