Termina la doble fecha de las Eliminatorias y el próximo compromiso internacional para Chile y el resto de las selecciones sudamericanas está ahí, a la vuelta de la esquina. Varias delegaciones comenzarán a llegar a Brasil en las próximas horas para abocarse a la preparación de la Copa América, el compromiso que el país más grande del subcontinente asumió sobre la marcha y bajo fuertes críticas, por tratarse del más afectado por la pandemia en esta región del mundo. Sin embargo, hasta aquí, y a pesar de las múltiples señales de oposición, incluso a nivel comercial, todo indica que el torneo se realizará en las condiciones que estableció la Conmebol y que avaló el gobierno de Jair Bolsonaro.
La entidad que preside Alejandro Domínguez busca minimizar riesgos. Y, en ese contexto, puso a disposición de las respectivas asociaciones dos documentos: el protocolo médico para la disputa del torneo y una serie de disposiciones que tienen que ver con las conductas que deben seguirse en las burbujas sanitarias en las que se instalarán los respectivos combinados. Hay medidas estrictas y se advierte de fuertes sanciones a quienes las incumplan y, por ende, pongan en riesgo el desarrollo del certamen.
Los partidos se llevan un capítulo específico. Es en esta instancia donde están las obligaciones y prohibiciones más detalladas. Por ejemplo, los jugadores y oficiales no podrán sonarse ni escupir en las áreas de competición. Tampoco podrán besar el balón antes, durante o después del partido, ni intercambiar camisetas, ya sean nuevas o usadas ni ninguna prenda con los rivales, compañeros de equipo o con cualquier persona. También queda prohibido el intercambio de banderines entre jugadores, un acto tradicional antes de los compromisos.
Una burbuja infranqueable
La burbuja sanitaria cobra una importancia fundamental. “La concentración o burbuja sanitaria tiene por objeto permitir el ingreso al país anfitrión y posterior permanencia a las delegaciones oficiales de fútbol, árbitros y staff Conmebol, cumpliendo las exigencias sanitarias durante el desarrollo del torneo, debiendo dar estricto cumplimiento a este protocolo”, establece, a como de declaración de principios el documento relativo al lugar que los equipos utilizarán como base durante el certamen.
Cada delegación debe cargar a la plataforma establecida por la Conmebol los resultados de las pruebas de PCR practicadas en un plazo no superior a las 48 horas antes del ingreso a Brasil. Durante el desarrollo del torneo, los test se realizarán 48 horas antes de cada encuentro.
Ya desde la llegada al aeropuerto comenzarán a regir las medidas. La Conmebol recomienda que la salida hacia el bus respectivo sea a través de un acceso distinto al del resto de los pasajeros y establece que ningún pasajero puede abandonar el vehículo durante el trayecto hacia el lugar que servirá de concentración. En cuanto a los hoteles, se recomienda usar mascarilla cada vez que se abandonen las habitaciones, que idealmente deben ser individuales para cada miembro de la delegación y estar ubicadas en el mismo piso. También se sugiere evitar los desplazamientos innecesarios, el uso de ascensores y se dispone que las comidas deben realizarse en zonas aisladas y exclusivas y que se debe evitar el buffet.
El ingreso a los entrenamientos también será acotado. “Deberán realizarse en los centros de entrenamiento oficiales, con acceso garantizado únicamente para la delegación oficial y los servicios médicos”, consigna el documento. Terminada la práctica, se deberán desinfectar todos los elementos que hayan sido ocupados durante la práctica.
Los jugadores y los miembros de las delegaciones tienen prohibido abandonar el centro de prácticas y el hotel salvo que se trate de una situación debidamente acordada y organizada. Y no podrán recibir visitas en ninguno de estos lugares.
Los eventuales infractores se arriesgan a multas cuantiosas: frente a la primera vulneración, deberán pagar US$ 15 mil. Cada una de las siguientes les costará US$ 30 mil. En casos graves, las federaciones serán consideradas responsables y, por ende, objeto de castigo.
Un protocolo estricto
El protocolo también es estricto. En ese documento están contenidas las medidas más específicas que dicen relación con la prevención de contagios. Las primeras, son de carácter general, como la permanente higienización de las manos, el uso de alcohol gel, mascarillas o de protección facial y batas, según sea el caso.
En los entrenamientos deberá mantenerse un control diario de la temperatura, que estará a cargo del médico. Los jugadores que presenten una temperatura corporal superior a los 37.4°C no deberán ser admitidos en el entrenamiento. Las delegaciones deberán disponer de un sistema de comunicación que les permita comunicar eventuales síntomas en todo momento.
La Conmebol recomienda suspender las visitas a las burbujas. Sin perjuicio de lo anterior, especifica: “Toda persona que concurra al entrenamiento o partido debe estar en buen estado de salud, sin presentar ningún síntoma compatible con Covid-19 y no haber estado en contacto estrecho con una persona con Covid-19″.
La desinfección antes y después de cada entrenamiento es una obligación. Lo mismo ocurre para el control de la temperatura en el momento de ingresar al centro de prácticas. No se permitirá el tránsito de personas sin el respectivo tapabocas y se aconseja mantener una distancia mínima de dos metros.
Se recomienda evitar el uso de los vestuarios. En ese escenario, la instrucción es concurrir a la sesión con el uniforme respectivo y volver al hotel sin ducharse. La ropa de entrenamiento deberá entregársele a cada jugador en bolsas cerradas y ser devuelta por éste del mismo modo. Además, debe lavarse a temperatura alta. Para la hidratación, se consigna la necesidad de disponer de botellas individuales y de no compartir infusiones como el mate o el tereré, como tampoco ningún tipo de alimentos.