El Tour de Francia vivió uno de sus momentos más bochornosos. La decimosexta etapa tradicional prueba del ciclismo debió ser suspendida a 28 kilómetros de haberse iniciado, debido a las protestas de un grupo de agricultores, que reclamaban por la preservación de ciertas zonas.
La policía actuó utilizando gas lacrimógeno para dispersar a los manifestantes, lo que terminó afectando a los competidores, a quienes les aplicaron gotas de colirio para disminuirles las molestias.
La detención duró unos diez minutos.