Stefanos Tsitsipas se aburre. Pierde la paciencia con su padre y le saca del box reservado al staff de los jugadores. El griego no le encontraba la vuelta al partido ante el japonés Kei Nishikori. En rigor, no se la halló: se tuvo que despedir de Montreal, donde figuraba como uno de los favoritos. Mal que mal, figura en el 11º puesto del ranking mundial. La sorpresa es mayúscula, porque el griego es uno de los mejores jugadores de la actualidad. El asiático, en cambio, quema los últimos cartuchos en una carrera que alguna vez lo tuvo instalado entre los mejores. Igualmente, le endosó un doble 6-4.
Lo más sabroso, sin embargo, es lo que sucedió fuera los márgenes de la pista. A Tsitsipas no le funcionaba la derecha un problema mayúsculo considerando que para cualquier tenista es un golpe básico para sentar superioridad sobre el rival. El suyo, en cambio, carecía de la potencia que le permitiera marcar las diferencias que, teóricamente, debían existir. “No lo sentía”, se suele decir en el deporte blanco.
Se cortó la cuerda
El mayor de los Tsitsipas le sugirió a su hijo cambiar el encordado. Pero a Stef la indicación no le resultó agradable. De hecho, claramente pagó el costo durante el partido. Fue lo que generó el cortocircuito entre ambos. “He tenido una discusión con mi padre durante el partido, no estoy acostumbrado a algo así, pero un partido de Masters 1000 es para mí un partido muy importante. Necesito y merezco un entrenador que me escuche y esté atento a mi feedback como jugador”, reveló, después, el jugador, dando cuenta de una situación especialmente incómoda, por los efectos que produce, que exceden con largueza el ámbito estrictamente profesional.
“Mi padre no ha sido muy inteligente a la hora de manejar esto, y no es la primera vez que le pasa. Estoy muy decepcionado con él”, amplió Stefanos, dando cuenta de su evidente incomodidad.
¿Cambio de mano?
Las cuerdas de la raqueta no son lo único que Tsitsipas estudia cambiar. Derechamente, empieza a barajar la idea del cambio de entrenador. “No sé si debería considerar hacer algún cambios, pero estoy muy decepcionado. Lo más importante para un jugador es recibir información correcta y correcta por parte de su entrenador. El entrenador no es el que utiliza la raqueta, es el jugador quien ejecuta el plan”, sostiene, intentando delimitar las responsabilidades de uno y otro y dejando abierta la puerta para un cambio.
“Es un trabajo colaborativo en el que ambos deben aportar. Tiene que ser recíproco si quiero desarrollar mi tenis”, añade, poniendo en duda la real contribución que está recibiendo.