Jorge Valdano, icono del Real Madrid, campeón del mundo con Argentina en 1986, es uno de los grandes intelectuales del fútbol. Su visión analítica de la actividad es reconocida globalmente desde la vereda del comentario en diversos medios. El año pasado, en un evento organizado por el diario español Marca, manifestó: “Para ganar un Mundial hay que tener buenos jugadores, llegar en plenitud y que los astros se alineen. Sin suerte, no hay nada”. Más allá de la fortuna que un equipo pueda tener, partiendo por el sorteo de los rivales, hasta que no haya lesionados, si hay algo que se valora en el fútbol de estos tiempos es la metodología de juego. Generalmente sucede que las Copas del Mundo marcan tendencias futbolísticas. Son un reflejo de momentos. Rusia 2018, por ejemplo, fue el torneo del 4-2-3-1, el dibujo que primó entre los participantes. De hecho, Francia y Croacia, los finalistas, jugaron así.
Retrocediendo en el tiempo, podemos encontrar a la Holanda de Rinus Michels en 1974, el denominado ‘Fútbol Total’. “Todos atacan y todos defienden”, era la premisa. El 4-3-3 típico de la “Naranja Mecánica”, que dotó de más movimientos a su oncena. También está la novedad de la línea de tres en defensa que implantó Carlos Salvador Bilardo en México 1986. La idea era, a partir de la superioridad numérica en propio terreno, mejorar la expresión del equipo. Esta fórmula dio resultado y Argentina se coronó por segunda (y última) vez, con la ayuda de Maradona y la “mano de Dios”. En Italia 90 se volvió una tendencia, pero después la línea de cuatro nuevamente dominó entre los seleccionados y, sobre todo, entre los monarcas. Hasta el día de hoy.
Si los Mundiales son una fotografía del momento, esta mutación estratégica hacia el 3-5-2 o el 3-4-2-1 se explica en instantes en los que en las principales ligas del mundo se han multiplicado los equipos que juegan así, buscando lateralizar, hacer más ancho el equipo y atacar por las bandas. Algunos ejemplos: el Inter de Milán en Italia, el Tottenham inglés y el Olympique de Marsella.
Claro, las ideas también van cambiando. Ya quedó en el baúl de los recuerdos el concepto de “líbero y stopper”, aunque en la práctica se desarrolle. Dentro del fútbol moderno también se hace una tónica que los jugadores tengan adoptado más de un sistema de juego, para los imponderables que presente un partido, más aún en medio de un torneo corto como un Mundial. La ductilidad de los futbolistas también se agradece, desde la vereda de los entrenadores, si les da por sorprender al adversario. El colombiano Juan Carlos Osorio, DT de México en el Mundial pasado (que dio el golpe al derrotar a Alemania), cambiaba su oncena según el rival de turno.
¿Qué podemos encontrar en Qatar, desde el punto de vista del juego? Previendo la hegemonía de los tres defensores, por un lado asoman las selecciones que saldrán de esta manera por convicción, porque consideran que es lo mejor para su escuadra y para la idea que tienen. Por el otro, está la adaptación según las circunstancias que se presenten. Como esos tres en la zaga pueden pasar a cinco, no es raro ver a elencos más débiles agrupar a su elenco si enfrentan a una selección poderosa.
Cuestión de estilos
Quien tiene la película clara es Louis van Gaal. El experimentado entrenador encabeza el retorno de Países Bajos a la Copa del Mundo, después de la ausencia en Rusia 2018. Llega a Qatar como el seleccionador de mayor edad en la cita planetaria, con 71 años, y luego de superar un cáncer. Se trata de un DT de convicciones y que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, pese a su raíz histórica del Fútbol Total de la Oranje. Esa adaptación se explica porque pasó del 4-3-3 clásico al 3-4-3 (o 5-3-2), justificando esto diciendo que su sistema anterior estaba “obsoleto”.
“Estaba impregnado del ADN del Ajax, pero a medida que adquirí más experiencia, eso ha cambiado. Todavía lleva ese ADN el Ajax, con atacantes clásicos en las bandas y siempre prioridad para atacar, pero ya no es un santo grial. El 1-5-3-2 o, más ofensivamente, 1-3-4-3, es el mejor sistema. Puedes atacar con él, puedes defender con él. Puedes presionar al rival en cualquier lugar y, si lo juegas bien, corres menos riesgo de que el oponente te rompa, porque tienes tres defensores en el centro”, sentencia Van Gaal, quien no es el único embajador de la línea de tres.
Inglaterra ha debido lidiar con los problemas de sus laterales previo al Mundial. De hecho, Reece James se lo perderá por lesión. De todas maneras, y pese a los malos resultados en la Nations League, el técnico Gareth Southgate ha reafirmado su intención de jugar con una defensa de tres. Para darles más profundidad a las bandas, ha ubicado como lateral-volante a un jugador de claro perfil ofensivo como Bukayo Saka, del Arsenal. Los europeos son quienes portan la bandera de este diseño táctico.
Otro ejemplo es Bélgica, segundo en el ranking FIFA, que tiene en su generación dorada (con De Bruyne, Lukaku y Hazard a la cabeza) la última ocasión de conseguir un título. La volvió a utilizar este viernes, en su último amistoso antes del Mundial, perdiendo 2-1 con Egipto.
Hay otros elencos que tienen la línea de tres como alternativa, aunque no necesariamente sea su primera opción. Aquí entra Francia. Didier Deschamps ha mutado desde aquel 4-2-3-1 del Mundial de Rusia (con el trío Mbappé-Griezmann-Matuidi, detrás de Giroud) al 3-4-1-2, con la dupla Mbappé-Benzema arriba y un Griezmann en labor de enlace. Argentina tiene como base la defensa de cuatro, sin embargo, Lionel Scaloni ha probado el cambio. Lo hizo en el último amistoso ante Emiratos Árabes. También están los casos de Alemania, Polonia y la propia Qatar.
En otro grupo están los que siguen firmes con la línea de cuatro, como España, Brasil y Portugal. Aquí, la pasada de los laterales y la salida limpia de los centrales es primordial.
Fortaleza defensiva vs. posesión
Para ganar el Mundial, no hay que ganarles a todos. En realidad, hay que vencer al que te toque. Es casi un mes de competencia. Son siete partidos para alcanzar el Olimpo. Revisando las últimas cuatro ediciones de la Copa del Mundo (2006, 2010, 2014 y 2018), no solo se da la hegemonía de Europa (hace 20 años que Sudamérica no se impone), sino que también sucede que los monarcas han tenido como factor común la fortaleza defensiva.
“Más que decir que el Mundial lo ganan los equipos que defienden bien, digo que lo ganan los equipos inteligentes, cautos, que saben cuándo atacar, cuándo defender. Raramente lo gana un equipo que avasalla, que está constantemente en campo contrario. Eso lo tenemos claro y nos tenemos que adaptar a eso. La inteligencia forma parte del fútbol. Si no nos conviene o no nos viene bien, en algún momento tendremos que hacer otra cosa. Le daremos una vuelta para ver si nos conviene”, manifestó Scaloni, que lleva un invicto de 36 partidos con la selección argentina, a uno del récord de Italia, que lo puede alcanzar ante Arabia Saudita, este martes.
En efecto, puede que los últimos campeones no hayan sido descollantes, sin embargo, reflejaron en su estructura una fuerte retaguardia, lo que en torneos cortos termina siendo un plus. En Alemania 2006, Italia ganó cinco de los siete partidos, con 12 goles a favor y solo dos en contra. En la ronda eliminatoria, la Azzurra solo encajó un tanto: en la final, ante Francia. Cuatro años después, en Sudáfrica 2010, España fue el campeón del mundo anotando ocho goles en siete juegos, recibiendo apenas dos. Más aún, desde octavos de final hacia adelante siempre ganó por 1-0 (a Portugal, Paraguay, Alemania y Países Bajos, respectivamente).
En Brasil 2014, la selección alemana de Joachim Löw encajó cuatro anotaciones en sus siete presentaciones, mientras que convirtió 18. De esos, siete fueron al Scratch, en una semifinal inolvidable. Y en el antecedente más reciente, Rusia 2018, Francia acabó como el ganador del Mundial invicto (seis victorias y un empate), 14 goles anotados y seis recibidos. La mitad de estos fueron en un solo encuentro: ante la Argentina de Sampaoli, en octavos de final.
Otro tópico a considerar dice relación con que la posesión de balón no influye necesariamente en el éxito de una determinada estrategia. Además de la preponderancia de la línea de tres en defensa, no es de extrañar que este Mundial sea el de las transiciones rápidas, de defensa a ataque o viceversa. En la final de 2018, Francia derrotó a Croacia con el 34% de posesión de la pelota, contra el 66% de los balcánicos. Pese a tener menos el control, Les Bleus contaron seis remates a portería, anotando cuatro goles. Esto no fue algo fortuito. En la semifinal, ante Bélgica, el cuadro galo registró el 36% de tenencia. Y ganó por la mínima.
Un ejemplo más. Argentina, uno de los candidatos para este Mundial, superó a Brasil en la final de la Copa América 2021 con menos posesión que los de Tite: 41% vs. 59%.
El fútbol más directo, de transiciones rápidas, con menos posesión, va ligado de cierta manera a que la posición del 10 va en retirada. Si bien desde el diseño, quien juega detrás del centrodelantero en un 4-2-3-1 o un 4-4-2 con rombo es el enlace, dista bastante de lo que era el volante de creación clásico, el encargado de la generación de fútbol. De hecho, quienes portarán la camiseta número 10 en las selecciones de renombre juegan de otra cosa: Leo Messi en Argentina, Neymar en Brasil, Kylian Mbappé en Francia, Eden Hazard en Bélgica, Bernardo Silva en Portugal y Raheem Sterling en Inglaterra, por nombrar a algunos.
Después de cuatro años y medio, arranca la mayor fiesta del mundo. Una muy peculiar, por la fecha en la que desarrolla. A lo largo del certamen se verá cuál es la influencia de la programación de esta edición, en la mitad de la temporada europea y casi sin tiempo para entrenamientos (para evitar las altas temperaturas del país anfitrión). Las ligas del Viejo Continente finalizaron recién el fin de semana pasado.
La larga y tensa espera se terminó. ¿Será el mejor Mundial de la historia? El domingo 18 de diciembre se podría saber.