La imagen se mantiene vívida en la cabeza de Ignacia Trinidad Rozas (24), o más bien Ignacia Livingstone, como le gusta llamarse. Todas las miradas en La Moneda iban hacia ella. Vestida con un sobrio peto negro, acompañada por la ministra de Deportes, era destacada como la “deportista que inspira” en el Día Internacional de la Mujer. Pauline Kantor se había conmovido leyendo diez días antes en La Tercera el relato en primera persona de la atleta sobre su batalla por convertirse en la primera transexual reconocida para competir oficialmente en Chile como mujer y por eso la escogió. Hoy, un año después de desahogar su lucha, Ignacia aún está en ese camino.
El testimonio de Nacha, la primera atleta transgénero de Chile, rompió varios paradigmas en el país. El más importante fue el de que una mujer que biológicamente nació hombre, planteó la idea de federarse y disputar podios con su verdadera identidad. Fue tal el impacto que hasta la Fedachi decidió trabajar, junto al Movilh, en un protocolo para que los deportistas que vivieran una condición similar pudieran unirse al deporte sin mayores trabas, siempre y cuando cumplieran con los niveles hormonales que World Athletics exige.
Pese a que se unió al club atlético Universidad de Santiago, con quienes ya lleva casi un año entrenándose, el cuerpo de Ignacia aún carga con los vestigios de quien alguna vez fue. Y hasta que eso no cambie no podrá correr como mujer. “Soy yo y el club, solamente”, recita, al tiempo que asegura que todas las ayudas que le ofrecieron cuando su lucha salió a la luz nunca se concretaron.
“Le hablé a la ministra sobre el tema que me quería operar la vagina, que es algo que me servirá tanto a nivel deportivo como personal. Ella dijo que me iba a ayudar, que iba a hablar con el Ministro de Salud. Le estuve insistiendo, pero al final no pasó nada”, asegura. Pese a ser considerada por sobre campeonas mundiales y panamericanas en aquella ceremonia, su figuración solo terminó en una foto. Quien trabajaba con la entonces ministra reconoce la existencia de la promesa, pero la cartera cambió de titular. El actual Mindep fue consultado, pero no contestó.
“Los políticos son chantas. Al final, terminé yo moviéndome y conseguí entrar a un programa en el Sotero del Río donde te piden, aproximadamente, dos años de terapia hormonal para poder operarte con la evaluación de los médicos. Si todo sale bien, estaría operándome a finales de este año”, cuenta.
Ahora, Nacha prepara una de sus primeras cirugías, de feminización facial, la primera de muchas con las que espera dejar atrás el envoltorio con el que nació. “Estoy trabajando para juntar dinero y poder operarme, porque mi primera prioridad es verme como yo quiero. Y después está el atletismo, que es un hobby para mí”, reconoce.
Pese a no poder competir, Ignacia sí se ha interiorizado en el atletismo. Tras una invitación, la Usach la recibió para entrenarla y aunque no es la que más asiste, es común verla por las tardes en la pista del estadio atlético Mario Recordón. “Ella es una más. Somos un club bastante pequeño, pero somos buena gente. Aquí, el que quiere, entrena”, explica Nicolás Dagnino, seleccionado chileno en velocidad.
Incluso, Livingstone debió replantear sus sueños. Al ser una fanática cruzada, su anhelo era pertenecer a la rama de la UC, pero ya no. “Estoy tan cómoda en la Usach que siento que no es necesario cambiarme. Me he sentido muy cómoda, para nada discriminada”, asegura. “Siempre ha sido bienvenida. Está en el camino a operarse, para que pueda competir por nosotros”, dice Eduardo Herrera, presidente del club Universidad de Santiago, en Estación Central.
Al adquirir reconocimiento mediático, apodada Livingstone, que se autocolocó en honor a Sergio, su ídolo, debió soportar los cuestionamientos de la familia, que reclamó una usurpación de apellido. “Me llegaron mensajes de un par de nietas de Sapito preguntándome por qué no uso mi apellido real y les expliqué que en mis redes sociales puedo usar el nombre que yo quiera. También me llegan muchos mensajes de gente que me pregunta si soy nieta de él y no tengo problemas en aclarar que no lo soy, que solo me puse este apellido porque soy full fanática de la Católica y porque él es un referente. Me parece que reclaman solo por joder, se sienten ofendidos porque soy trans”.
¿Estamos ante una gran atleta a la vista que pulverizará marcas cuando compita contra mujeres? Ignacia deja claro que no se trata de eso: “La gente piensa que porque una es trans va a ganar al tiro, lo que es ridículo. Es como que me pongan a correr con la Isi Jiménez… Es obvio que me va a ganar y por mucho”.