El Comité Disciplinario de la FIFA rechazó la denuncia que presentó Chile para impugnar la participación de Byron Castillo como seleccionado de Ecuador en las últimas Eliminatorias. En términos simples, la Roja se quedaba nuevamente fuera del Mundial de Qatar. Si antes había perdido la opción por la vía deportiva, ahora la legal le daba nuevamente la espalda. El último recurso se agotaba.
En rigor, la federación chilena tiene dos instancias más para revertir su suerte. Primero está la Cámara de Apelaciones de la FIFA, el tribunal de alzada del ente rector del fútbol mundial. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, esa sala suele ratificar los fallos de primera instancia. Entonces, el foco está puesto en la última esperanza: el Tribunal de Arbitraje Deportivo. O el TAS, por su sigla en francés.
Los abogados no pierden la ilusión. El propio Eduardo Carlezzo declaró este viernes que se sentía convencido de la irregularidad que intentó comprobar. “¿Qué faltaría para la FIFA? ¿Una confesión del jugador? Creo que eso no lo vamos a conseguir, pero tenemos toda la documentación que lo conecta a Tumaco”, aseveró. Esos antecedentes y los que se sumen en estos días, sobre todo después de conocer los fundamentos jurídicos del dictamen, son los que se harán llegar, primero a la Cámara de Apelaciones y, luego, al TAS.
¿Hay posibilidades de ganar en el tribunal afincado en Lausana la controversia que mantiene en vilo a Chile y Ecuador? En el entorno de Carlezzo mantienen la fe. “Todos son generales después de la batalla, pero aún queda paño por cortar”, responden.
Sin embargo, más allá de las sensaciones, lo concreto es que en la explicación que entregue la FIFA radicará la contraofensiva chilena. “La postura de Chile fue clara, pero solo conocemos esos argumento. No es pública la defensa de Ecuador, es algo que por el momento solo consta en el procedimiento llevado ante la FIFA”, acota Mauricio Ríos, encargado del área del Derecho Deportivo en Salinas y Ríos Abogados y Visiting Fellow en la Universidad de Harvard.
La clave, plantea Ríos, estará en las razones que entregue la primera instancia de la FIFA y en un cambio de estrategia. “En base a los argumentos que se conocen hasta el momento, creo que la falsificación de documentos es algo complejo de probar, a pesar de las declaraciones o certificados aportados. La defensa debiese tratar de enfocarse en una alteración que provenga del jugador y/o de la federación y no en la validez de documentos emanados, por ejemplo, del registro civil o de los tribunales de justicia”, aconseja.
Más escéptico es su colega Francisco Moya. “Las opciones reales de Chile están relacionadas con las pruebas que tenga para demostrar su posición jurídica. Desde ese punto de vista, me parece que FIFA no va a cuestionar, nunca, un documento emanado por un tribunal u órgano jurisdiccional del país de una federación miembro. Por lo tanto, si la falsedad que alega Chile se basa en la existencia de un certificado anterior, las posibilidades se reducen notoriamente. La única forma de contrarrestar eso es aportar nuevas pruebas, pero no se me ocurre qué prueba puede existir para desarmar una sentencia judicial firme”, sentencia.